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Las mil y una noches: el Renacimiento persa

De los tiempos antiguos, de lo pasado de los siglos y las edades, nos llega un compendio de relatos fantásticos, retrato de una época de esplendor del imperio persa.

¡Gloria a quien guarda los relatos de los primeros como lección dedicada a los últimos!…

Desencantado por las infidelidades, Schahriar, rey de Persia, tomó una drástica decisión: sus bodas sólo durarían una noche, pues su esposa sería decapitada al día siguiente. Varias mujeres confiaron en su belleza y sus artes amatorias para hacer cambiar de opinión al monarca; con esa ilusión perdieron la cabeza. Ante la expansión del terror entre las jóvenes casaderas, Scheherezada, la hija del Gran Visir, decidió correr el riesgo.

Te mandaré llamar cuando esté en el palacio –dijo Sheherezada a su hermana Doniazada-, y cuando veas que el rey ha terminado de hablar conmigo, me dirás: “Hermana, cuenta alguna historia maravillosa que nos haga pasar la noche”. Entonces yo narraré cuentos que, si quiere Alah, serán la causa de la emancipación de las hijas de los musulmanes…

En su noche de bodas comenzó a relatar un cuento al rey. Al llegar el día la historia quedó inconclusa y el monarca, que estaba sumamente interesado, decidió conceder a Scheherezada un día más de vida. Ella continuó su relato y lo enlazó con otro y éste con otro más, en ocasiones varias historias estaban anidadas en un relato principal. Así, el rey se veía obligado –gozosamente- a prorrogar una y otra vez la decapitación…

¡Por Alah! No la mataré hasta que haya oído la continuación de su historia, que es asombrosa…

Las mil y una noches es un fascinante compendio de relatos rebosantes de ingenio, aventura, seducción, humor y magia, aunque no están exentos de resentimientos, traiciones, venganzas, infidelidades, crueldad y conflictos conyugales. Es decir, reúnen un amplio repertorio de virtudes y debilidades humanas.

Destaca la presencia frecuente de la ambición como factor crítico, ya sea porque los personajes enfrentan apuros financieros, o porque buscan superar una vida precaria, o porque necesitan conformar una base material para alcanzar un anhelo afectivo. Asimismo, ante el destino, e incluso ante la fatalidad, surge la invitación a la paciencia y a confiar en la voluntad divina.

¿Por qué te veo tan cambiado, soportando un peso abrumador de pesadumbres y aflicciones?, preguntó Scheherezada. Sabe, padre, que el poeta dice: “¡Oh tú, que te apenas, consuélate! Nada es duradero, toda alegría se desvanece y todo pesar se olvida”…

La historiadora Eva Tobalina refiere que durante los años en que alcanzó mayor dinamismo el comercio entre Occidente y el lejano Oriente, entre el siglo II a.C. y el siglo XV d.C., hubo una ciudad que adquirió gran esplendor: Bagdad. Para el siglo X, al ser la capital del califato abasí, era la ciudad más rica y poblada de la Tierra.

En esa ciudad, “la Morada de Paz”, abundaban las mercaderías más finas y exquisitas de Oriente y Occidente, según los relatos de Las mil y una noches.

En la frutería se encontraban manzanas de Siria, melocotones de Omán, membrillos osmaní, jazmines de Alepo, nenúfares de Damasco, cohombros del Nilo, limones de Egipto, cidras sultaní y otros manjares… En la confitería había enrejados de azúcar con manteca, pastas aterciopeladas deliciosamente rellenas y perfumadas con almizcle, bizcochos sabun, dulces llamados muchabac, bocadillos huecos llamados lucmet-elkadí, otros de nombre assabihzeinab, hechos con manteca, miel y leche… (El mandadero y las tres doncellas)

En esa bonanza, Bagdad se convirtió en el escenario de las maravillosas narraciones de Scheherezada. Esta obra literaria, que fue parte del Renacimiento persa, bajo el dominio musulmán, reunió historias filosóficas, fantásticas, morales, esotéricas, picarescas y poéticas.

Esos relatos ponen énfasis en los giros de la fortuna y en la importancia de perseverar a pesar de los reveses; un elemento recurrente son los engaños (mediante mentiras, o retorciendo la lógica, o con uso de disfraces). No obstante, siempre prevalecen la búsqueda de la verdad y de la justicia, así como la hospitalidad y la fe religiosa.

La ciudad de bronce: Historia de corte filosófico en la que un grupo de viajeros encuentra un palacio deshabitado que tiene inscritos varios postulados con reflexiones acerca de lo transitorio del poder, la banalidad de las apariencias y lo inevitable de la muerte.

Sobre la puerta se leía: ¡Aprende, viajero que pasas por aquí, a no enorgullecerte de las apariencias, porque su resplandor es engañoso! ¡Aprende con mi ejemplo a no dejarte deslumbrar por ilusiones que te precipitarán en el abismo!…

Grabada en caracteres jónicos, decía: ¡Ya lo veis! ¡La embriaguez de mi triunfo pasó cual el delirio de la fiebre, sin dejar más huella que la que en la arena puede dejar la espuma! ¡Me sorprendió la muerte sin que mi poderío la rechazase, ni lograran mis cortesanos defenderme de ella! Por tanto, viajero, escucha las palabras que jamás mis labios pronunciaron mientras estuve vivo: ¡Conserva tu alma! ¡Goza en paz la calma de la vida! ¡Mañana se apoderará de ti la muerte!…

AMOR A LOS RELATOS

Scheherezada aprovecha la proclividad del sultán hacia las historias asombrosas. Este interés lo compartían otros monarcas que, entusiasmados, ordenaban la transcripción en letras de oro y premiaban generosamente al relator. Es el caso del visir Giafar Al-Barmaki que con su relato logra que el califa Harún Al-Rachid indulte al esclavo Rihan (La mujer despedazada).

Y el rey dijo: “Desdichado de ti si me cuentas una historia poco interesante y desprovista de cosas sublimes! Porque no vacilaré entonces en empalaros a ti a tus tres compañeros… (El jorobado, el sastre, el mercader, el intendente y el médico)

Las historias reunidas en Las mil y una noches revelan una gran afición a la tradición oral en la cultura árabe. Gente de todos los estratos sociales, en cuanto se les despierta la curiosidad, solicitan en forma apremiante que le sean contadas las historias, aun cuando esto les ponga en riesgo.

-¿Sabes que lo que pides es tu perdición?
-Venga mi perdición antes que la duda. ¡Por Alah, prefiero la muerte a la incertidumbre!… (Historia del tercer saaluk)

Hay personajes que, liberados de la angustia de la pena de muerte, se niegan a retirarse mientras haya una historia que escuchar:

En verdad que no saldré de aquí sin haber oído los otros relatos… (El mandadero y las tres doncellas)

No obstante, hay casos en que la locuacidad verbal puede llegar a enloquecer de desesperación al escucha, como en el caso de El cojo y el barbero.

Ese amor por los relatos permanece como una característica cultural de Oriente. Así lo constata Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura 2006, quien se considera en deuda con los textos árabes ancestrales. “Nosotros somos formados por los textos antiguos, a través de ellos se forma nuestra comprensión del mundo”, afirma.

Aladino y la lámpara mágica: Este relato podría ser considerado una novela corta, por su extensión y por los giros de la trama, que va del misterio a la aventura, de la sorpresa al humor, y alterna pasajes crudos con otros de bello romanticismo.

-¿Pero cómo voy a arreglarme para levantar una losa tan pesada, siendo yo un niño?
-Prueba tú solo y verás cómo la levantas con tanta facilidad como si alzaras una pluma de ave.
Entonces se inclinó, cogió la anilla y tiró de ella, diciendo: “¡Soy Aladino, hijo del sastre Mustafá, hijo del sastre Alí!” Y levantó con gran facilidad la losa de mármol. Y vio una cueva con doce escalones de mármol que conducían a una puerta de dos hojas de cobre rojo con gruesos clavos…

Aladino es un joven holgazán, libertino, “dado a todos los vicios”, que tras vivir experiencias extremas recapacita acerca de su comportamiento y decide emprender un proceso de aprendizaje y maduración.

“Primero voy a limpiar esta lámpara, que está sucia, a fin de dejarla reluciente y sacar por ella el mayor precio posible”, dijo la madre de Aladino, y se echó en la mano un poco de ceniza, que mezcló con agua. Pero apenas había empezado a frotarla cuando surgió de pronto ante ella un espantoso efrit, tan enorme que tocaba el techo con la cabeza. Y dijo con voz ensordecedora: “¡Aquí tienes a tu esclavo! ¿Qué quieres? Habla. ¡Soy el servidor de la lámpara!” La madre de Aladino se quedó inmóvil de terror; se le trabó la lengua, se le abrió la boca y cayó desmayada…

Lo que no cambiará en Aladino será su tendencia a soñar con imposibles. Por ello, al ser favorecido por la fortuna a tal punto que ningún imposible quedaría fuera de su alcance, eleva sus miras a lo más alto.

Desde su escondite, Aladino vio a la princesa Badrul-Budur en medio de las mujeres de su séquito, cual la luna en medio de las estrellas. Al destaparse el rostro apareció con todo el resplandor solar, derecha como la letra alef, con una frente deslumbradora, con cejas rectas perfectamente trazadas, con ojos negros, grandes y lánguidos, una boca minúscula con dos labios encarnados… Aladino pensaba: “¡Por Alah! ¿Quién hubiera podido imaginar jamás que sobre la tierra hubiese una criatura tan hermosa? ¡Bendito sea Él que la ha formado y la ha dotado de perfección!”

Aladino hará de todo, incluso algunas trampas, para casarse con la hija del sultán, a quien ofrece una magnífica dote.

El sultán dijo: “¡Por mi vida! ¿qué suponen las riquezas que poseemos y que supone mi palacio ante tal magnificencia? ¿Y qué debemos pensar del hombre que, en menos tiempo del preciso para desearlos, realiza tales esplendores y nos los envía?… No vaciló más el sultán. Y sin preocuparse ya de saber si Aladino reunía todas las cualidades requeridas para ser esposo de una princesa, se encaró con la madre de Aladino y le dijo: ¡Te ruego que vayas a decirle a tu hijo que desde este instante ha entrado en mi raza y en mi descendencia, y que ya no aguardo más que a verle para besarle como un padre besaría a su hijo, y para unirle a mi hija Badrul-Budur”…

Este relato fantástico contiene múltiples giros inesperados, que una y otra vez pondrán a prueba la astucia de Aladino:

¡Y por una desgracia escrita por el Destino, se había olvidado Aladino, antes de partir, de guardar la lámpara en el armario de nácar en que generalmente la tenía escondida, y la había dejado encima de la mesilla! ¿Pero es posible luchar contra los decretos del Destino?…

En muchos aspectos, Aladino parece insignificante ante el hechicero al que debe enfrentarse en más de una ocasión; pero esa circunstancia se convierte, casualmente, en su ventaja.

Todos los magos son, por esencia, semejantes: a pesar del poder de su hechicería y de su ciencia maldita no saben prever las consecuencias de las acciones más sencillas, y jamás piensan en precaverse de los peligros más vulgares. ¡Porque con su orgullo y su confianza en sí mismos, su espíritu permanece constantemente oscurecido por una humareda más espesa que la que provocan sus polvos y tienen los ojos tapados por una venda, y van a tientas por las tinieblas…

LA ETERNIDAD EN LAS NOCHES DE ORIENTE

Los estudiosos de Las mil y una noches han concluido que esta obra reúne relatos de distintas épocas y regiones del Oriente (algunos con clara influencia egipcia, hindú o judaica), los cuales se mantuvieron vivos desde tiempos antiguos gracias a la tradición oral persa. Se estima que en un largo proceso, que se extendió del siglo VII al XVI, esos relatos fueron siendo plasmados por escrito, para evitar su olvido. No obstante, la mayoría de los críticos y expertos calcula que la parte sustancial de este libro quedó plasmada entre los siglos IX y X, época de esplendor islámico cuyo centro político fue la magnífica Bagdad, punto de enlace del vasto universo oriental.

Están tan acostumbrados a las desgracias y a los acontecimientos contrarios a sus deseos, que los soportan con paciencia y no cesan, mientras viven, de alimentarse de ilusiones y quimeras…

Aunque la influencia de la literatura árabe en Occidente fue temprana y se aprecia en la literatura didáctica medieval de España (El conde Lucanor, por ejemplo), fue hasta 1704 que Europa conoció una primera versión de Las mil y una noches, a través de una selección “para niños” que realizó el diplomático Antoine Galland. El enorme éxito que tuvo esta antología se debió, en opinión de la historiadora Teresa E.  Rhode, a que ofrecía algo que faltaba en ese momento en las literaturas europeas: el espíritu de aventura. En ese punto coincide el historiador H. A. R. Gibb, quien afirma que sin Las mil y una noches no hubieran surgido obras como Robinson Crusoe o Los viajes de Gulliver.

“Durante muchos años –añade Rhode-, los cuentos orientales fueron los preferidos de los europeos debido a su riqueza de percances imaginarios y su cuidadosa presentación. Pero hubo otro factor: el cuento árabe idealizaba la figura del mercader, del comerciante, que era el hombre fuerte de la nueva sociedad europea. Asimismo, las historias orientales planteaban la búsqueda de nuevos senderos morales y nuevos comportamientos políticos, económicos y sociales, y esta búsqueda coincidía con los anhelos del hombre occidental”.

Entre las múltiples ediciones de Las mil y una noches, se han elogiado las traducciones del siglo XIX realizadas por Sir Richard Burton (1885) y la del doctor J. C. Mardrus (1889), quizá la más completa hasta ahora.

Burton consideraba que las historias de Simbad, Aladino y Alí Babá eran muy tardías, sin embargo se convirtieron en las más conocidas y populares de esta obra.

Jorge Luis Borges decía: “Uno tiene ganas de perderse en esa obra; uno sabe que entrando en ese libro puede olvidarse de su pobre destino humano. Tengo en mi casa los 17 volúmenes de la edición de Burton; sé que no los he leído todos, pero sé que ahí están esperándome; sé que mi vida puede ser desdichada, pero ahí están esos volúmenes donde habita esa especie de eternidad de las noches del Oriente. Hay autores como Stevenson que mil años después sin duda abrevaron en esa obra, lo cual demuestra que Las mil y una noches siguen viviendo en nosotros. Es un libro tan vasto que ya es parte de la memoria de la humanidad y seguirá reproduciéndose para siempre”.

Simbad el marino: Un joven heredero cae en la cuenta de que ha dilapidando su fortuna y decide utilizar lo que le resta para iniciarse en el comercio marítimo a fin de restablecer su patrimonio.

Te explicaré todas las pruebas que sufrí antes de llegar a esta felicidad. Y verás entonces a costa de cuán terribles y extraños trabajos, a costa de cuántas calamidades, de cuántos males y de cuántas desgracias iniciales adquirí estas riquezas en medio de las que me ves vivir en mi vejez…

Primero la necesidad y luego el placer propiciaron las aventuras de Simbad, “el famoso viajero que ha recorrido todos los mares que alumbra el sol”.

Verdaderamente disfrutaba de la más sabrosa vida, cuando un día asaltó mi espíritu la idea de los viajes, y de nuevo sintió mi alma con ímpetu el anhelo de correr y gozar con la vista el espectáculo de tierras e islas, y mirar con curiosidad cosas desconocidas, sin descuidar jamás la compra y venta por diversos países…

Su alma inquieta lleva a este mercader de Bagdad a vivir en la vicisitud, entre múltiples peligros e infortunios, pues en sus siete viajes enfrentará el riesgo de ser enterrado vivo, ser devorado por enormes serpientes, aves gigantes, monstruos marinos, por caníbales o por un gigante (episodio que remite a la Odisea de Homero); también estuvo a punto de quedar esclavizado como animal de carga, o de perecer ahogado por una ballena o por la furia del mar.

Me tiré al suelo llorando y exclamé: “¡Bien merecida tienes tu suerte, Simbad de alma insaciable!… ¿Qué necesidad tenías de viajar nuevamente?”…

Aun había yo de comprobar una vez más ¡ay! que todos nuestros proyectos son juegos infantiles ante los designios del Destino…

A pesar de los reveses, Simbad enfrenta las desgracias con astucia, perseverancia y fortuna; en principio, siempre acepta su destino y sólo se esfuerza para que no sea del todo hostil.

¡Construyamos una balsa en la cual podamos huir de esta isla maldita! ¡Bordearemos cualquier isla donde esperaremos la clemencia del destino! Aunque naufrague la balsa y nos ahoguemos, habremos evitado morir asados por el bárbaro comedor de musulmanes y no habremos cometido la mala acción de matarnos voluntariamente. ¡Nuestra muerte será un martirio que se tendrá en cuenta el día de la Retribución!…

Destacan en sus viajes “cosas asombrosas y prodigios innumerables”.

En aquella isla vi al espantable karkadann. El cuerpo de esta fiera es mayor que el del camello; al extremo del morro tiene un cuerno de diez codos de largo y es tan sólido que le sirve para vencer al elefante, enganchándole y teniéndole en vilo hasta que muere. Entonces la grasa del elefante va a parar a los ojos del karkadann, cegándole y haciéndole caer. Y desde lo alto de los aires se abate sobre ellos el terrible rokh, y los transporta a su nido para alimentar a sus crías…

Cada isla a su paso le depara alguna maravilla:

Observé que las orillas de aquel río estaban sembradas de gemas de todos los colores, de rubíes, de pedrería de todas formas y de metales preciosos. Así es que todo aquel terreno brillaba y centelleaba con mil reflejos y luces, de manera que los ojos no podían soportar su resplandor… He de deciros que todas aquellas riquezas no le servían a nadie, puesto que nadie pudo llegar a aquella isla y salir de ella vivo ni muerto…

Ya sea por circunstancias azarosas o por tenacidad (y hasta crueldad), Simbad logra superar las adversidades y hacerse de bienes que mercadea con ganancia. Entre los productos que adquiere en sus distintos viajes, a la par de piedras preciosas y finas telas, menciona el clavo, la canela, la pimienta, la mostaza y otras especias, jengibre, madera de aloe y sándalo, alcanfor, nuez moscada, incienso… productos altamente cotizados en Europa con los que este mercader hace fortuna en cada regreso a Bagdad.

Me encontré con hombres que, habiendo venido de otra isla, se ocupaban en quitar granos de pimienta de los árboles de que estaba cubierta aquella región…

Este relato tiene el mérito de anticipar en varios siglos lo que detonaría en el siglo XV: la exploración europea de rutas marítimas en busca de las codiciadas especias y otros productos de Oriente, al declinar el comercio terrestre a través de la Ruta de la Seda.

Y yo pensaba en mis extrañas aventuras y me preguntaba si en realidad había experimentado todos aquellos sinsabores o si no eran un sueño…

Jorge Luis Borges declaraba su profunda admiración por Las mil y una noches, “uno de los títulos más hermosos del mundo”. El escritor argentino decía: “Hay libros a los cuales he vuelto, que he estado leyendo y releyendo toda mi vida. Este es uno de ellos”.

LITERATURA Y POESÍA

A primera vista, uno de los atributos de Las mil y una noches es la belleza de su escritura y las abundantes referencias a la poesía árabe.

¡Oh poeta! ¡Nunca soplará hacia ti el viento de la fortuna! ¿Ignoras, hombre ingenuo, que ni tu pluma de caña ni las líneas armoniosas de la escritura han de enriquecerte jamás?…

Amor sin dinero no puede servir de buen contrapeso en el platillo de la balanza…

La historiadora Teresa E. Rhode señala que, a diferencia de los clásicos occidentales, que se expresan con sobriedad y mesura, la literatura oriental rebosa sensualidad, colorido e imaginación. “Las mil y una noches es una obra poética que, si bien presenta algunas facetas épicas, fundamentalmente cae dentro de la poesía lírica… La lírica oriental, túrgida y llena de encanto dionisiaco, siguió dos direcciones. Por una parte, la lírica se prestó para expresar un sensualismo tan violento que, en ocasiones, llega a lastimar nuestra sensibilidad occidental. Pero el árabe, que es tan agudo en su sensualismo como en su intelectualidad, convirtió también la lírica en el vehículo del simbolismo místico más etéreo. Nadie ha comprendido tan bien como el árabe el hecho psicológico sorprendente de que el éxtasis pasional tiene, en sus raíces y en sus manifestaciones, cierta identidad con el éxtasis místico”.

¡A tu puerta espera de pie un esclavo de tus ojos, acaso el más humilde de tus esclavos! ¡Pero conoce a su dueña! ¡Él sabe cuánta es su generosidad y sus beneficios! ¡Y sobre todo, sabe cómo se lo ha de agradecer!…

¡He bebido en una copa en la cual encontré el amor puro! ¿Por qué no han humedecido tus labios esa copa en que encontré el amor?… ¡Solamente Alah sabe lo que se oculta en un corazón!…

Rhode explica que el Islam vio surgir en Persia poetas filósofos, en especial los sufíes, que elaboraron “un lenguaje místico que abundaba en imágenes sensuales manejadas en forma alucinante y así, mediante conceptos ambiguos, los sufíes podían sostenerse entre este mundo natural y el metafísico, gracias a la expresión poética que en ellos era mística y erótica a un tiempo”.

¡Nadie bebe el vino, origen de toda alegría, sin sentir las emociones más gratas! ¡La embriaguez es lo único que puede saturarnos de voluptuosidad!…

¡Sólo el hombre juicioso sabe callar el secreto! ¡Sólo los mejores entre los hombres saben cumplir sus promesas!

Alí Babá y los cuarenta ladrones: Historia en la que el esfuerzo y el ingenio juegan un papel crucial en la superación de los infortunios y en la transformación de las casualidades en condiciones afortunadas.

Al bajar, bien hubiese deseado ir por sus asnos y tranquilizarse respecto a su paradero, pues eran toda su fortuna y el pan de sus hijos; pero una enorme curiosidad acerca de todo lo que había visto y oído desde lo alto del árbol le empujaba a acercarse a aquella roca, y, por otra parte, estaba escrito que habría de ir irremediablemente al encuentro de aquella aventura… Olvidando sus antiguos temores, empujado por la fuerza del destino, Alí Babá, el leñador, se dirigió a la roca y dijo: “¡Sésamo, ábrete!”…

Dentro de una misma familia son contrastadas la cautela y la imprudencia, la mesura y la codicia.

Y mentalmente, Morgana decía: “¡Los cinco dedos de mi mano derecha en tu ojo izquierdo, y los de mi mano izquierda en tu ojo derecho!”; porque sabía que no hay fórmula más poderosa para conjurar las fuerzas invisibles, evitar los maleficios, y hacer caer sobre la cabeza del maldiciente las calamidades ya sufridas o inminentes…

Si bien el personaje central es Alí Babá, un rol fundamental en esta historia lo desempeña su fiel esclava Morgana, mujer astuta, aguda observadora, resuelta y audaz.

BUCLES NARRATIVOS

En Las mil y una noches hay historias que anidan otras historias que anidan otras historias. Es el caso de El mercader, el efrit y la cierva encantada, un relato donde se combinan la hechicería y la fe, el odio y el amor, el castigo y la piedad.

¡Por Alah! -dijo el jeque. ¡Oh hermano! Tu fe es una gran fe, y tu historia es tan prodigiosa que si se escribiera con una aguja en el ángulo interior de un ojo sería motivo de reflexión para el que sabe reflexionar respetuosamente…

El arte de los encantamientos se cruza con el reclamo de venganza de un efrit, esto da pie al relato de Los perros negros: una confrontación entre la bondad y el resentimiento, entre el amor fraternal y la envidia. También en este caso, la magia impone metamorfosis en represalia por actos desleales.

Mi mujer, que era efrita, no se ahogó, y yo hubiera perecido sin su socorro. No bien había caído al agua, me tomó sobre sus hombros y me transportó a una isla…

Y este relato se encadena con La mula esposa, otro de trasmutaciones.

Después de murmurar un conjuro, me echó unas gotas y dijo: “Sal de esta forma y recobra la forma primitiva”. Entonces volví a mi apariencia humana…

En todos estos casos hay un repudio a las fuerzas oscuras empleadas por los hechiceros.

Alah, autor de todo lo creado, es mucho más poderoso que todos los hechiceros habidos y por haber, y además su bondad es infinita. Arrodillémonos y pidámosle que devuelva a su forma natural a esa desgraciada, si en su alta justicia cree que ha expiado ya bastante su delito…

El mandadero y las tres doncellas: Esta es otra macro historia de similar estructura, donde tres bellas mujeres con notables cualidades guardan un secreto. Los curiosos que intentan conocerlo son sentenciados a muerte, a menos que cuenten su historia personal. Cada narración cautiva a quienes la escuchan. “En verdad que no saldré de aquí sin haber oído los otros relatos”, dicen los perdonados.

Así, se escucha la Historia de un rey tuerto (el primer saaluk).

Pensando que había salvado la vida, pude consolarme de haber perdido un ojo…

Relato violento y fantástico sobre las ambiciones cortesanas, en el cual se desarrolla una historia incestuosa con un desenlace dominado por la cobardía.

Ya lo dijo el poeta: ¡Deja que se cumplan los destinos; no quieras desviar el fallo de los jueces de la tierra! ¡No sientas alegría ni aflicción por ninguna cosa, pues las cosas no son eternas! ¡Se ha cumplido nuestro destino; hemos seguido con toda fidelidad los renglones escritos por la Suerte; porque aquel para quien la Suerte escribió un renglón, no tiene más remedio que seguirlo!…

Luego se cuenta el relato de El príncipe mono (el segundo saaluk), donde una serie de infortunios derivan en un duelo fantástico entre una maga y un efrit, con sucesivas metamorfosis y cuyo resultado positivo exige un sacrificio.

Siendo yo pequeña –respondió la princesa-, la vieja que había en casa de mi madre era una bruja muy versada en la magia y me enseñó este arte. Más tarde me perfeccioné en él, y aprendí más de ciento setenta artículos mágicos, de los cuales el más insignificante me permitiría transportar tu palacio con todas sus piedras y la ciudad entera detrás del Cáucaso. Por eso conozco cuando están encantadas las personas, con sólo verlas; sé quiénes son y por qué han sido encantadas […] Yo puedo restituir ese mono a su primitiva forma…

Continúa La montaña de imán (el tercer saaluk), una sucesión de situaciones extraordinarias marcadas de manera fatídica por la precipitación (“la necedad irreflexiva es causa de muchas desventuras”). La fantasía se conjuga con la física:

El viento contrario que hemos sufrido nos ha hecho perder el rumbo de tal modo que mañana a mediodía nos hallaremos cerca de esa montaña de rocas negras, que desde este momento atrae toda nuestra flota, pues Alah dotó a esa montaña de una secreta virtud que le permite atraer todos los objetos de hierro, como los clavos y el hierro que entran en la construcción de los navíos. Cuando lleguemos mañana a su vista, será tan violenta la fuerza del imán que todos los clavos se desprenderán e irán a pegarse contra la montaña; se desharán los navíos, hundiéndose en el mar…

Prosiguen las historias de las doncellas. Zobeida, la mayor, narra la testarudez y la traición de otras dos hermanas que fueron convertidas en perras negras por una efrita, en agradecimiento porque Zobeida le salvó la vida.

¡Oh hermanas! Nada bueno podréis encontrar en el matrimonio, pues escasean los hombres honrados. ¿No probasteis el matrimonio ya? ¿Olvidáis lo que os ha proporcionado?…

La segunda doncella, Amina, relata cómo fue engatusada por el ardid de una vieja, lo que provocó el castigo de su marido, furioso de celos:

Y recité con gentileza: ¡En verdad os juro que, si quisieses ser justo no mandarías que me matasen!… [Y a su esposo:] ¡Y sin embargo, no es mi muerte lo que me asombra, sino que mi cuerpo, a pesar de todo, siga deséandote!…

Zobeida me dijo: ¡Oh hermana mía! nadie está libre de las desgracias de la suerte. ¡Pero gracias a Alah, ambas vivimos aún!…

De manera encubierta, el califa Harún Al-Rashid había escuchado todos los relatos y “quedó maravillado al oírlos y dispuso que fuesen escritos por los escribas de palacio con buena y esmerada letra, para conservar los manuscritos en sus archivos y que sirvieran de lección a los humanos”.

UN BUCLE MAYOR

Otras historias anidan menos relatos. Es el caso de Los peces de colores, un misterio que entraña un segundo relato, el de El príncipe encantado, cuya mitad inferior es de mármol por el maleficio de su esposa adúltera. Un personaje buscará romper el encantamiento y esclarecer el misterio de los peces.

Con mayor complejidad está El pescador y el efrit, una historia acerca de las dificultades de la vida y las trampas del poder.

Se lamentó mucho y recitó estos versos: ¡Cesad, vicisitudes de la suerte, y apiadaos de los hombres! ¡Qué tristeza! ¡Sobre la tierra ninguna recompensa es igual al mérito ni digna del esfuerzo realizado por alcanzarla!…

En este relato se inserta El médico y el rey, sobre lo que ocurre cuando un monarca de limitados alcances se rodea de ministros codiciosos.

¡Esos jueces! ¡Han juzgado, pero excediéndose en sus derechos y contra toda justicia! Y sin embargo, ¡oh Señor, la justicia existe! ¡A su vez fueron juzgados! ¡Si hubieran sido íntegros y buenos se les habría perdonado! ¡Pero oprimieron, y la suerte les ha oprimido y les ha abrumado con las peores tribulaciones!…

Entre los visires había uno de cara siniestra, sórdidamente avaro, envidioso, saturado de celos y de odio… El proverbio lo dice: “El envidioso ataca a todo el mundo. En su corazón está emboscada la persecución, que conserva latente para liberarla en cuanto dispone de fuerza”…

Incluso los actos más generosos pueden ser atacados por las intrigas palaciegas y el uso despótico del poder. (Destaca un detalle que siglos después sería retomado por Umberto Eco en su novela El nombre de la rosa.)

El poeta lo dice en sus versos: ¡Oh tú, que temes los embates del Destino, tranquilízate! ¿No sabes que todo está en las manos de aquel que ha formado la tierra?… ¡Oh tú que dudas, confía tus asuntos a las manos de Alah, el único sabio! ¡Y así que lo hagas, tu corazón nada tendrá que temer por parte de los hombres!…

En este relato se insertan otros dos con temas afines: El príncipe y la vampiro, donde poderes extraordinarios ocultan perversas intenciones, y El rey Sindabad, cuyo temperamento colérico le llevó a matar al halcón que le salvó la vida, arrebato que lamentaría amargamente.

El jorobado, el sastre, el mercader, el intendente y el médico: Este relato se lleva los honores en historias anidadas. Con humor e ingenio narra la muerte accidental de un jorobado, lo cual deriva en una serie de enredos entre varios personajes en su intento por desembarazarse del cadáver.

¡Oh alma mía! ¿por qué te sumerges en lo absurdo hasta enfermar? ¿Por qué te preocupas con aquello que te acarreará la pena y la zozobra? ¿No temes al fuego, ya que vas a sentarte en él?…

En el juicio, cada interrogado cuenta su historia: la del joven mercader de Bagdad que por amor perdió su fortuna y la mano derecha; la del intendente del rey; la del hombre al que faltaban los dedos pulgares; la del médico judío; la del joven mercader y la amante degollada…

Me tendí junto a mi nueva amiga. Pero he aquí que al despertarme me encontré la mano llena de sangre, y vi que no era sueño, sino realidad. Como ya era de día claro, quise despertar a mi compañera, dormida aún, y le toqué ligeramente la cabeza. Y la cabeza se separó inmediatamente del cuerpo y cayó al suelo…

Al tocar el turno al sastre, refiere lo acontecido a El cojo y el barbero, relato que entra al terreno de lo absurdo y burlesco, con un joven enfermo de amor que es auxiliado por una vieja que le consigue una cita (claro antecedente de La Celestina).

Dice el poeta: ¡Amigo, no difieras nunca el aprovecharte del goce que se te ofrece! ¡No dejes nunca para otro día la voluptuosidad que pasa! ¡Porque la voluptuosidad no pasa todos los días, ni el goce ofrece diariamente sus labios a tus labios! ¡Sabe que la fortuna es mujer y, como tal, mudable!…

El plan del enamorado se arruina al toparse con un barbero entrometido, indiscreto, inoportuno y parlanchín. Éste, en su defensa, refiere su historia y las de sus seis hermanos.

Y el califa contestó: ¡Barbero sobrenatural! Apresúrate a contarme lo que ocurrió a tus hermanos, para adornar mis oídos con esas historias que son pendientes de oro, y no temas entrar en pormenores, pues juzgo que tu historia ha de tener tantas delicias como sabor…

Así detalla lo que sucedió al ciego de su hermano Bacbac y a otros dos invidentes, a quienes un pillo despojó de sus ahorros mediante un ingenioso y perverso ardid. El ladrón aprovechó en su favor la deficiente aplicación de justicia y la credulidad del walí (juez).

Otro de sus hermanos, Schakalik, tras dilapidar su herencia y caer en la mendicidad, llegó a la casa de un hombre pudiente con quien entabló un lúdico y gracioso juego de imaginación en torno a un banquete imaginario.

Y el rey dijo: ¡Por Alah! ¡Qué ventura tan prodigiosa!… Sólo por la ciencia y el mérito de este barbero admirable y lleno de capacidad hemos podido salvar la vida del jorobado…

Todo el mundo quedó satisfecho del proceder de aquellos hombres, por la nobleza que demostraron para que no fuera castigado ningún inocente…

HISTORIAS FANTÁSTICAS

La imaginación, la fantasía, el humor y la poesía han hecho de Las mil y una noches un clásico de todos los tiempos. Las listas de las principales obras de la literatura universal invariablemente la incluyen. Aun El canon occidental, de Harold Bloom, la toma en cuenta por su notable influencia en la literatura de Occidente.

El labrador, el asno y el buey: Divertida fábula de un labrador que “tenía el don de entender el lenguaje de sus bestias; pero le había sido impuesta la condición de no poder comunicárselo a nadie”; quien recibiera la confidencia, perdería la vida. (Como se aprecia, este relato fue la base de las historias del doctor Dolittle que popularizó en 1920 el inglés Hugh John Lofting.)

Es una ingeniosa fábula acerca de las tareas que realizan el asno y el buey en una granja y su decisión de buscar una “solución salvadora” a sus fatigas. Asimismo, refiere la sabiduría de los animales y las lecciones que de ellos pueden aprender los humanos.

Historia de Ghanem: Por vigilar sus bienes, Ghanem pone en riesgo su vida. Oculto, escucha cómo tres esclavos negros fueron convertidos en eunucos en represalia por su comportamiento; destaca la divertida historia del Kafur, quien sólo mentía una vez al año pero esa mentira era capaz de destruir vidas y haciendas. Ghanem desentierra un cajón y encuentra a una bella mujer que le llevará al más intenso enamoramiento y a las mayores desdichas.

Y le dijo: “¡Oh soberana mía! Permíteme que te bese para que refresque el fuego de mis entrañas”. Y ella contestó: “¡Oh Ghanem!, aguarda a que esté ebria, pues entonces no me daré cuenta de lo que hagan tus labios”…

Gulnara y el príncipe pájaro: Historia de un reino submarino habitado por anfibios (antecedente del popular relato de La sirenita).

Son muchas las bellezas que hay debajo del mar, y numerosos los pueblos y naciones que viven constantemente bañados por sus saladas y movedizas ondas; para los seres submarinos el agua es lo mismo que para vosotros el aire; solamente que muchos entre los seres que viven en el mar tienen bronquios y pulmones, y por lo tanto pueden respirar bien dentro del agua y fuera del agua; en lo interior del mar podemos ver tan claro como sobre la tierra… Respecto de las ciudades y de los edificios, diré que todos son de cristal de roca, de perlas, de coral, de jaspe y de otros materiales preciosos…

El alcázar de la dicha: Cuento de múltiples incidentes derivados de la ambición, la curiosidad y la imprudencia de un joven impulsivo y crédulo que se encuentra con un perverso hechicero y con las hijas del rey de los genios.

Guárdate de esos magos, embaucadores y alquimistas, que andan a la caza de almas para el infierno, advirtió su madre…

Las diferencias religiosas serán la base para el castigo y la venganza.

-Mira ese fuego, manantial de luz y símbolo del poder divino, adóralo como yo, y te doy la mitad de mis bienes con mi hija por esposa.
-¡Oh, mal hayas tú que adoras al fuego y no a Alah! ¿Qué religión tan abominable es la tuya?…

También se confronta la superficialidad con el sentimiento:

Ella le hizo saber que tenía la propiedad de cambiar de rostro y hacerse cada vez más hermosa, pero que nunca le hubiese revelado este misterio si él no la hubiese amado bajo el aspecto que ordinariamente tenía…

Alí, soberano por un día: Bello relato que combina el desencanto con la ilusión, el humor ligero con las pequeñas crueldades, la broma y el castigo. (Remoto antecedente de El príncipe y el mendigo, de Mark Twain.)

-Acercaos hermosa señora; tomad, mordedme la punta del dedo, para que yo conozca si duermo o estoy despierto… No duermo –dijo al punto Alí, retirando con prontitud la mano-, ciertamente no duermo. ¿Por qué milagro me he convertido yo en califa en una noche? ¡He aquí la cosa más maravillosa y más singular del mundo!…

MÁS Y MÁS HISTORIAS

El príncipe y el caballo con alas: Bello relato fantástico donde se combinan el amor y la búsqueda del beneficio patrimonial.

Los inventores habían conferenciado sobre cuáles habían de ser sus respectivas peticiones al rey de Persia. El indio tenía intención de pedir un gobierno; el griego cien camellos cargados de mercancías; pero el persa les escuchó sonriendo y les dijo: Del gobierno puede destituirnos el rey cuando le plazca; del dinero y mercancías pueden despojarnos los salteadores; hemos de evitar uno y otro peligro y afianzar nuestra recompensa… El rey tiene tres hijas, a cuál más hermosa; pidámoslas en matrimonio; entonces tendremos gobiernos y dinero de sobra sin la contingencia del menor peligro…

Historia de misterio, hechicería y aventuras que coloca en primer plano el deseo amoroso.

…y creyó cercana su muerte. Mas como eran grandes su valor e intrepidez, trató de reanimarse: Ya que voy a morir, debo antes intentarlo todo para salvarme…

La mujer despedazada, las tres manzanas y el negro Rihan: Truculenta historia de un crimen pasional con un giro sorpresivo. Da pie al relato de Los hermanos Nureddin y Chamseddin, y Hassan Badreddin.

¡No pidas justicia al infortunio! ¡Sólo hallarás el desengaño!…

Estos personajes aceptan su destino sin oponer resistencia: Chamseddin se resigna a la ausencia de su hermano; Nureddin se instala en Bassra y aunque extraña El Cairo ya no intenta volver; Hassan es transportado a Damasco y no se esfuerza por volver con su esposa…

Entonces Chamseddin exclamó: ¡Mía es toda la culpa! ¡Todo esto me ocurre por mi poco tacto y mi falta de discreción!…

Al ver a Hassan Badreddin y advertir su hermosura, sus encantos y su rostro luminoso cual la luna creciente, las mujeres se emocionaron hasta casi quedarse sin aliento y perder la razón. Y ardía cada cual en deseos de abrazar a aquel joven maravilloso y traerle a su regazo… Mientras tanto apareció Sett El-Hosn, tan hermosa como la luna llena en la décimocuarta noche…

Este es el colofón a la historia de La mujer despedazada…, contado al califa Harún Al-Rachid con la intención de salvar de la condena de muerte al negro Rihan.

Entonces el pobre Hassán se echó a reír a carcajadas, como un tragador de haschich o un fumador de opio, y gritaba: “¡Oh, qué sueño tan asombroso! ¡Qué sueño tan embrollado!”…

Cegado por la codicia: Metáfora acerca de los riesgos de la ambición desmedida. Ya que “dios da y dios quita”, en el individuo está el actuar con prudencia o dirigirse a la perdición; quien reconoce ser el artífice de su propia ruina se impone su propio castigo.

¡Fatal curiosidad! Insaciable deseo de riquezas, ¿en qué abismo tan insondable de desventuras me has sumergido?…

Saad, Saadi y la bonanza: Relato fantástico con propósitos didácticos acerca de las posibles vías para generar riqueza.

Es fuerza contentarnos con lo poco que Alah nos da; y que su sabiduría nos quite el deseo de lo que nos hace falta; al fin, nosotros no echamos de menos lo que no disfrutamos, cuando para vivir tenemos lo que estamos acostumbrados a tener, y no nos hallamos en la necesidad de pedir a nadie nada…

Surge el debate entre dar dinero a un pobre para que lo multiplique o darle cualquier otra cosa y motivar su ingenio para generar fortuna.

Dios ha querido experimentarme, poniendo a mi alcance medios con que hacerme rico cuando menos lo esperaba; y si casi al mismo tiempo me los ha quitado, disponiendo de lo suyo, bendito sea Él, y puesto que me ha favorecido con sus bondades, hágase su voluntad…

Al depender todas las posibilidades del azar y la fe, se concluye que la fortuna –propicia o adversa- es siempre un designio divino.

Es cierto que vivimos pobremente –decía el cordelero-, pero ¿qué poseen los ricos que no tengamos nosotros? ¿No respiramos el mismo aire? ¿No disfrutamos la misma luz y el mismo sol? Las comodidades de que disfrutan pudieran hacernos envidiar su dicha, si al cabo no muriesen como nosotros. Bien reflexionado, es tan pequeña la diferencia que no vale la pena pensar en ella…

El príncipe Muza y sus hermanos: Codicia, envidias y resentimientos atribulan la vida de la princesa de Chipre y la de un príncipe de Siria. Ambos deberán en varias circunstancias ocultar su verdadera identidad. Sus peripecias los conducen a encontrarse y enamorarse, pero sus vidas se verán amenazadas por la furiosa animadversión de los hermanos de Muza.

Señora -le dijo-, os suplico encarecidamente moderéis el exceso de vuestra pena. Si el cielo os hace experimentar su rigor, no por eso debéis desesperar. Animaos, la fortuna es inconstante, vuestra suerte puede cambiar…

Balandrán y el barril de aceitunas: La sabiduría popular, e incluso infantil, puede llegar a superar el discernimiento de funcionarios responsables de aplicar las leyes, ya que estos últimos no alcanzan a distinguir las artimañas de algunos individuos.

El sentimiento de la justicia no es exclusivo de profesiones determinadas ni de edades precisas…

La sultana y sus envidiosas hermanas: Relato fantástico sobre los alcances de la credulidad ante engaños malintencionados generados por los celos.

-¿A qué viene esta especie de guisado, cuando no se puede comer? –preguntó el Sultán.
-Más difícil de tragar –contestó el pájaro- eran las mentiras de que tu esposa había tenido por hijos un perro negro, un gato y una mona, y, sin embargo, lo has creído…

Zeyn y la novena estatua: Cuento acerca de la ambición y las debilidades humanas, y de los sueños como conducto para enviar mensajes trascendentes. Destaca en el relato un doble nivel onírico: “Soñó que estando durmiendo…”

Cuando Zeyn despertó de su largo sueño, se propuso aprovechar la enseñanza que de él se desprendía. Efectivamente, se dijo, para ser feliz es necesario vencerse a sí mismo…

Desventuras de un marinero: Relato con peripecias similares a varias de las experimentadas por Ulises en La Odisea.

Cuando hube oído tan triste explicación, dije para mí: Sólo la astucia puede salvarme…

Los zapateros y las princesas: Hermanos que corren aventuras y riesgos pero no logran conservar la unión cuando surge la codicia. Sin embargo, la astucia y la perseverancia dan frutos.

No os desanimeis –les dijo su hermano menor-, pues pronto veréis que lo que creéis difícil es cosa fácil y requiere sólo paciencia y un poco de corazón…

SUGERENCIA FINAL (O INICIAL)

La historiadora Teresa Rhode afirma: “Las mil y una noches nos da un espléndido panorama de la sociedad islámica. La época de los califas abasidas fue tal vez la de mayor esplendor en la historia del Islam y este libro ha servido como fuente de conocimiento para folkloristas e historiadores, respecto a las manifestaciones de esa época en materia de ciencias, música, leyes, etcétera”.

Pero este panorama de la sociedad islámica es plenamente apreciable sólo en las ediciones que se apegan al texto original. Existe una gran variedad de impresiones con múltiples variantes, y en muchas de ellas se han eliminado descripciones, citas poéticas y pasajes de crueldad, infidelidad, incesto y otros temas “tabú”. La sugerencia al lector es que busque el relato tradicional, para garantizar su pleno disfrute y, con suerte, terminar como el rey Schahriar, siempre anhelante de más relatos de Scheherezada.

El califa mandó llamar a los escribas de mejor letra para que escribiesen la historia desde el principio hasta el fin, y la encerró en el armario de los papeles, a fin de que pudiera servir de lección a las generaciones futuras, y fuera asombro y delicia de los sabios que se dedicasen a leerla con respeto y admirar la obra de Aquel que creó el día y la noche…

[ Gerardo Moncada ]

Otras obras de Oriente:
La epopeya de Gilgamesh, el origen de la literatura universal.
El Ramayana, del maharishi Valmiki.
El arte de la guerra, de Sun Tzu.
Calila y Dimna, versión de Abdalá Benalmocaffa.

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