Libros

Las aventuras de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe

Elogiado por unos, denostado por otros, a Poe se le reconoce como el supremo escritor de relatos, un destacado poeta, un agudo crítico. Esta es la única novela que escribió.

«Mi relato contendrá incidentes tan completamente extraños a los que registra la experiencia humana y tan fuera de los límites de la credulidad de los hombres, que lo continúo sin la esperanza de obtener jamás crédito por lo que he de contar, confiando tan sólo en que el tiempo y los progresos de la ciencia confirmarán algunos de mis más importantes e inverosímiles asertos»…

Con Las aventuras de Arthur Gordon Pym, el estadounidense Edgar Allan Poe crea un relato de aventuras áspero, crudo, por momentos cruel. Una antiépica. Lo que inicia como una promisoria travesura juvenil pronto se convierte en una sucesión de sorpresas adversas, amenazantes, con alto potencial de letalidad.

Augusto me tenía desvelado casi hasta el alba refiriéndome una multitud de historias acerca de los naturales de la isla de Tinian y de otros lugares que había visitado durante sus viajes. Concluí experimentando un particular interés por todo cuanto me contaba, y poco a poco concebí un violento deseo de hacerme a la mar…

El lado brillante de sus relatos me inspiraba tan sólo una simpatía limitada. Todas mis visiones eran de naufragio y hambre, de muerte o cautiverio entre las tribus salvajes; una vida de dolor y de llanto, arrastrada en algún islote gris y desolado, perdido en un océano inaccesible y desconocido. Tales delirios son muy comunes, según me han afirmado, entre la clase algo numerosa de hombres melancólicos. Pero en la época de que hablo las consideraba como nuncios proféticos de un destino al cual me sentía ligado…

Más que un relato de aventuras convencional, Las aventuras de Arthur Gordon Pym es una historia de supervivencia en condiciones extremas de violencia y sacrificio que obligan a los personajes a abandonar los preceptos básicos de la vida en sociedad y cualquier ética individual.

LOCURA EN ALTA MAR

Tal vez se suponga que la catástrofe que acabo de referir había de sofocar mi naciente pasión por el mar. Al contrario: jamás experimenté tan ardiente deseo de correr las extrañas aventuras que accidentan la vida de un navegante…

En su anhelo de vivir la aventura y conocer el mundo, el joven Arthur enfrentará los aspectos más avasalladores de la naturaleza marina y se adentrará en los oscuros laberintos de la conducta humana.

A manera de prólogo en esta historia, Arthur Gordon Pym manifiesta su reticencia inicial a publicar esta narración pues pensaba que resultaría inverosímil para mucha gente, ya que la mayoría de la población desconoce las prácticas pesqueras de alta mar así como los entornos próximos al Polo Sur.

Entre estos caballeros de Virginia a quienes más interesó mi relato, sobre todo lo concerniente al océano Antártico, encontrábase el señor Edgar Allan Poe, director del Southern Literary Messenger, revista mensual publicada en Richmond por el señor Thomas W. White, quien, entre otros, me aconsejó insistentemente que preparase un relato completo de cuanto había visto y pasado y lo entregara a la sagacidad y sentido común del público, afirmando, no sin razón, que por mal que estuviera escrito desde el punto de vista literario, su misma rudeza, si alguna había en él, contribuiría a imprimirle un sello de veracidad…

[La revista Southern Literary Messenger sí existió, Poe sí fue su director, y el dueño sí era Thomas W. White.]

Para dar contexto y sentido a los acontecimientos, en varios episodios el joven Pym hace referencia a las variadas clases de embarcaciones y sus características estructurales según el tipo de pesquería que realizan, la organización del trabajo entre los marinos, las estrategias y los procedimientos de navegación, las características de los vientos y las corrientes marinas, los diversos entornos naturales, los distintos peces y aves de acuerdo a las temperaturas en el mar y en la atmósfera, y cómo los cambios en el clima suelen tornar abrumadoras las circunstancias de la navegación hasta el grado de provocar naufragios.

Una verdadera estiba debe hacerse metódica y cuidadosamente, y, según creo, los accidentes más desastrosos son con frecuencia originados por la ignorancia en estos menesteres. Los barcos costeros son los que a causa de la confusión y movimiento propios de carga y descarga corren mayor riesgo de desatender la estiba. Lo primordial consiste en no dejar al cargamento la posibilidad de moverse, por fuertes que sean los ímpetus del mar. A este fin ha de atenderse no solamente al cargamento en sí mismo, sino a su naturaleza y si es completo o parcial […] Puede afirmarse sin exageración que la mitad de los casos en que los navíos se han ido a pique a consecuencia de fuertes temporales debe atribuirse a descuidos en el cargamento…

Con agilidad, Poe logra que todos estos detalles, lejos de conformar un catálogo tedioso, configuren un conjunto de datos relevantes que atenúan o magnifican los avatares que enfrentan las embarcaciones. Resulta claro para el lector que estos datos son tan cruciales para la supervivencia de las tripulaciones como los conocimientos de cartografía o las advertencias efectuadas por los navegantes que se habían aventurado por regiones desconocidas a lo largo del siglo XVIII y XIX.

En 1906, Arthur Conan Doyle escribió: “Cuando toda la tierra esté explorada, el hombre volverá la mirada hacia nuestra época e idealizará nuestro romanticismo y nuestro coraje, al igual que nosotros hacemos con nuestros antepasados. «¡Es increíble lo que aquella gente hacía con tan toscas herramientas y pobres máquinas!», dirán”.

AGONÍA Y SUPERVIVENCIA

Las aventuras de Arthur Gordon Pym fue publicada en julio de 1838, cuando los escritores estadounidenses buscaban separarse de las tendencias literarias europeas y crear un estilo propio, acorde con la nueva historia de modernidad que su sociedad buscaba construir. La novela se inserta en la corriente literaria del romanticismo (en su relato trágico de lucha contra la adversidad, de contacto estrecho con la naturaleza, con una narración ágil, vibrante) pero reduce al mínimo lo emocional y descarta las relaciones amorosas, para dar paso a componentes de una tendencia apenas en gestación: el realismo, en su variante más despiadada.

Vimos claramente que no se hallaba un ser vivo en aquel barco maldito, y sin embargo no dejamos de llamar a gritos a aquellos muertos para que acudieran en nuestro socorro. Sí; en la agonía del momento rogamos mucho tiempo y con fervor para que aquellas silenciosas y repugnantes imágenes se detuvieran, para que no nos dejaran convertirnos en semejantes a ellas y que se dignaran recibirnos en su graciosa compañía. El horror y la desesperación nos hacían delirar. La angustia y la decepción nos habían vuelto locos…

Con un relato por momentos frío, descarnado, Arthur refiere los rigores, los descalabros y las desdichas que experimentó en su larga deriva viajera. Esa sucesión de acontecimientos, y la intensidad de los mismos, logran atrapar la atención del lector.

A pesar de la peligrosa situación en que nos encontrábamos, ignorando nuestra posición, lejos de tierra, sin más alimento que para quince días, aun administrándolo cuidadosamente; privados por completo de agua y flotando a la deriva, a merced de las olas y el viento, sobre un trasto inútil, las angustias y peligros infinitamente más terribles de que por milagro acabábamos de escapar nos hacían considerar los sufrimientos que nos aquejaban aquel día como algo muy corriente; tan cierto es que la felicidad y la desgracia son puramente relativas…

TRASPASAR LOS LÍMITES

Los sueños de aventuras del joven Gordon Pym se ven malogrados desde el inicio de su viaje y terminan cayendo por la borda cuando su embarcación naufraga. Tras semanas de desesperación y agonía es rescatado por la goleta Jane Guy, que había zarpado de Liverpool para emprender la pesca y el comercio por los mares del Sur. Pym, que ya había estado al borde del abismo, sintiendo la fatalidad al alcance de la mano, recobra el anhelo perdido pero con renovada ambición.

Antes del viaje de la goleta Jane Guy quedaban unos trescientos grados de longitud, aproximadamente, más allá del circulo antártico, en los cuales no se había penetrado. Podemos, pues, decir que ante nosotros abríase un amplio campo de descubrimientos, y con mucho gozo y curiosidad oí que el capitán Guy manifestaba su deseo de avanzar valientemente hacia el sur…

Habíamos ya penetrado en el sur ocho grados más allá de los límites alcanzados por todos los navegantes y el mar seguía extendiéndose ante nosotros completamente libre de obstáculos. Encontrábamos también que, a medida que avanzábamos, la temperatura atmosférica y la del agua se templaban gradualmente…

A ningún hombre se había presentado nunca una ocasión más propicia que ésta para resolver el gran problema relativo a la existencia de un continente antártico, y confieso que me indignaban los temores e importunas observaciones de nuestro comandante. Creo firmemente que todo lo que dije sobre este particular logró decidirle a seguir adelante. Por más que me vea obligado a deplorar los tristes y sangrientos sucesos que fueron el inmediato resultado de mis consejos, creo que puedo felicitarme por un importantísimo descubrimiento y por haber en cierto modo abierto a los ojos de la ciencia uno de los más maravillosos secretos que han ocupado su atención…

Y es que cada giro favorable de la fortuna conlleva nuevos riesgos y aun en los momentos idílicos y en los entornos paradisíacos, la fatalidad acecha.

Poe nos sorprende con el final de la novela, que es abrupto, inconcluso, abierto, lo cual nos desconcierta y también nos incita a imaginar diversos desenlaces, a inventar variadas tesis… Pero eso ya sería materia de otra novela.

VENERACIÓN Y CRÍTICA

Los relatos de Poe trascendieron la prematura muerte de este autor, manteniendo enorme popularidad en el siglo XIX y buena parte del XX. Pero no sólo las masas le rindieron tributo, también fue elogiado por escritores y académicos.

El poeta francés Charles Baudelaire, entusiasta defensor de la obra de Poe, dijo en 1856: “Edgar Poe es admirado por ese genio especial, por ese temperamento único que le ha permitido pintar y explicar, de una manera impecable, sorprendente, terrible, la excepción en el orden moral… Ningún hombre, lo repito, ha narrado con más magia las excepciones de la vida humana y de la naturaleza” (Edgar Poe, su vida y sus obras).

Un año después, Baudelaire regresaría al tema para profundizar: “Poe, producto de un siglo pagado de sí mismo, hijo de la nación más pagada de sí misma, vio claramente, afirmó imperturbablemente la maldad natural del hombre. Hay en el hombre, dice, una fuerza misteriosa que la filosofía moderna no quiere tomar en cuenta y, sin embargo, sin esta fuerza innominada, sin esa inclinación primordial, incontables acciones humanas quedarán para siempre inexplicadas e inexplicables. Esas acciones sólo nos atraen porque son malas, peligrosas: poseen el atractivo del abismo. Esta fuerza primitiva, irresistible, es la perversión natural que hace que el hombre sea, a la vez, homicida y suicida, asesino y verdugo” (Nuevas notas sobre Edgar Poe).

El británico Robert Louis Stevenson afirmó en 1875: “Poe tiene el instinto del verdadero narrador. Conoce las naderías insignificantes de cualquier situación, y les da color y vida con detalles aparentemente insignificantes. Al contar su historia provoca el mayor efecto posible y consigue sacar partido a su imaginación”. No obstante, Stevenson sentía que algunos pasajes de Las aventuras de Arthur Gordon Pym perdían credibilidad por ser demasiado racionales. “El mérito de Poe es que arrastra a la gente; su pecado, que persigue una honradez tan escrupulosa que limita y controla al artista” (La obra de Edgar Allan Poe).

Por su parte, la pareja literaria de Wallace y Mary Stegner señaló: “Poe hacía creíble lo inverosímil, con un estilo tan concreto como el de Defoe y un impresionismo sensual aprendido de los poetas románticos” (Antología de la novela corta norteamericana, 1966).

El académico y crítico Arthur Voss coincidió con la pareja Stegner: “La habilidad de Poe para dar apariencia de verdad a lo increíble se manifiesta en las historias que pretenden ser relatos de experiencias verídicas, como en Las aventuras de Arthur Gordon Pym, narración de un viaje al Antártico. Sólo en parte es imaginaria. Tiene un prólogo destinado a persuadir al lector de la autenticidad de la narración y en todo el texto Poe es tan positivo y circunstancial como Daniel Defoe o Jonathan Swift. Los primeros trece capítulos, no obstante, constituyen principalmente una historia de aventuras llenas de excitación y suspenso… Pero después de que Pym es rescatado por un barco mercante cuyo capitán es dado a explorar las aguas del Antártico, el carácter de la narración cambia radicalmente. Se dan muchos de los datos referentes a previos viajes de exploración así como una descripción detallada de las exploraciones del barco de Pym… A pesar de su falta de unidad y desarrollo de los personajes, la historia ha sido muy comentada por los estudiosos de Poe, que han encontrado considerable fuerza e intensidad en ella aunque le han atribuido quizá demasiada importancia simbólica…

“A pesar de sus faltas, Poe tiene muchas virtudes. Es eminentemente ameno para los lectores; escribe con fuerza e intensidad; es un maestro de los efectos; es el originador de la historia detectivesca; y aunque su mayor proeza es sin duda el cuento corto, también es impresionante como poeta y como crítico. Podemos apreciarlo y admirarlo ya sea que encontremos, o no, profundos significados morales, sicológicos y filosóficos en sus cuentos. Es el precursor de escritores tan diferentes como Dostoyevski, Sir Arthur Conan Doyle, H.G. Wells y Robert Louis Stevenson y con seguridad retendrá la atracción que siempre parece haber ejercido sobre toda clase de lectores. Él es, para usar una de sus palabras favoritas, único” (La novela corta americana, 1976)

DESTINO TRÁGICO

El estadounidense Edgar Allan Poe nació el 19 de enero de 1809 en Boston. Cuarenta años después, apareció muerto en un callejón de Baltimore, el 7 de octubre de 1849. El deceso fue informado por algunos medios, de manera escueta y con un toque de morbosidad.

Indignado, Charles Baudelaire escribió “En la historia literaria hay hombres que llevan escrita en los pliegues sinuosos de su frente, con caracteres misteriosos, la palabra desgracia”.

El poeta francés señalaba que Poe, si bien era “un hombre incómodo”, no merecía ese final y menos ese trato público. En una emotiva semblanza, Baudelaire hizo referencia a una infancia que sería destino:

“La familia de Poe era una de las más respetables de Baltimore. Su bisabuelo había desposado a una hija del almirante inglés Mac Bride, que estaba aliado con las más nobles casas de Inglaterra. Su abuelo materno había servido en la guerra de la Independencia como general. Daniel Poe, padre de Edgar e hijo del general, se enamoró perdidamente de una actriz inglesa, Elisabeth Arnold, célebre por su belleza; huyó con ella y la desposó. Para mezclar más íntimamente sus destinos, se hizo comediante y apareció con su mujer en diferentes teatros, en las principales ciudades de la Unión. Los dos esposos murieron en Richmond, casi al mismo tiempo, dejando en el abandono y la desnudez más completa a tres niños de corta edad, uno de los cuales era Edgar… Poe fue el hijo de la pasión y de la aventura… Un rico negociante de la ciudad, Mr. Allan, se prendó de aquel desdichado a quien la naturaleza había dotado de una manera encantadora, y como no tenía hijos, le adoptó. Poe se llamó en adelante Edgar Allan Poe. Fue así educado en una bella comodidad y con la esperanza legítima de una de esas fortunas que dan al carácter una soberbia certidumbre… Pasó varios años en una casa de educación en las afueras de Londres. Volvió a Richmond en 1822 y continuó sus estudios en América, bajo la dirección de los mejores maestros. En la Universidad de Charlottesville, donde entró en 1825, manifestó una aptitud sorprendente para las ciencias físicas y matemáticas, y se distinguió no solamente por una inteligencia casi milagrosa sino también por una abundancia casi siniestra de pasiones… En todas partes, dio muestras de una inteligencia admirablemente dotada, pero indisciplinable…”

Su imaginación literaria, sus obsesiones, sus pasiones, su carácter, su debilidad por el alcohol, terminaron alejándolo de su padre adoptivo, de empleos que parecían idóneos, de amistades, hasta terminar convertido en una breve mención en la nota roja de los diarios.

Pese a todo, alcanzó a publicar cuatro poemarios (dados a conocer entre 1827 y 1831), una novela, setenta relatos cortos (difundidos de 1832 a 1849), y un amplio volumen de ensayos y críticas literarias. Su obra dejó profunda huella, definió derroteros en estilo, creó nuevas líneas temáticas e influyó en varias generaciones de escritores.

Al paso de los años, la figura de Edgar Allan Poe sería reivindicada. Hoy se le considera un precursor de lo que vendría a llamarse “literatura estadounidense”, audacia que emprendió cuando parecía un absurdo alejarse de las tendencias literarias europeas. Asimismo, a Poe y Nathaniel Hawthorne se les atribuye la creación del relato corto contemporáneo.

En la búsqueda de su propio camino, Poe terminó sorprendiendo a consagrados escritores ingleses y franceses. Uno de ellos, el popular Arthur Conan Doyle, afirmó en 1906: “Poe, Hawthorne, Stevenson son los mayores exponentes del género del relato en el idioma inglés… Aunque Poe es, en opinión mía, el primer y supremo escritor de relatos de todos los tiempos”.

[ Gerardo Moncada ]

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Botón volver arriba