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Arte de amar, de Ovidio

En este bello tratado, el gran poeta latino plantea que la seducción es una capacidad que se puede cultivar.

«La experiencia dicta mi poema, no despreciéis sus avisos. Cantaré la verdad. ¡Venus, la madre de Amor, alienta mi empresa! ¡Lejos de mí, tenues cintas, insignias de pudor y largas prendas que cubren la mitad de los pies! Nosotros cantaremos placeres y hurtos perdonables, y los versos correrán libres de crimen alguno…»

La necesidad fisiológica de una pareja, dominante en la mayoría de las especies, adquirió entre los humanos, desde tiempos antiguos, una gran complejidad. “Blando el placer, suavizó los fieros ánimos, las meras fuerzas, el rudo cuerpo”. Aunque siguió jugando un papel relevante la satisfacción del instinto más primario, los individuos aderezaron el despertar de la pasión amorosa con múltiples prácticas, actitudes y ornamentos.

En los muelles prados, muge para el toro la hembra; la hembra relincha siempre para el corcel cornípedo. Más parca en nosotros es la pasión, y no tan furiosa; mas un legítimo fin, viril, la flama tiene…

En Arte de amar, el poeta romano aborda con exquisitez esa gran distancia que media entre la necesidad física y el entramado de conductas que conducen al amor; y distingue la diferencia entre el trato rústico y el cortejo elegante. Fiel a sus propias preferencias, Ovidio se centra en las estrategias de seducción, como la capacidad para entablar conversación y buscar afinidades, tener atenciones, cuidar los detalles, y no descarta el -hoy polémico- uso de la fuerza.

En todo caso advierte que sólo aconseja “placeres consentidos por las leyes”. Por ello refiere el caso de célebres amores prohibidos, como los incestuosos y los que fueron consignados en la mitología entre humanos y animales.

Si alguien en este pueblo ignora el arte de amar, lea mis páginas y ame instruido por sus versos… Venus me ha escogido para ser el confidente de su tierno hijo, Amor. Éste en verdad es cruel, y muchas veces experimenté su enojo; pero es niño, y apto por su corta edad para ser guiado… Yo me someteré a Amor, aun cuando vulnere con el arco mi pecho y agitadas sacuda sus antorchas. Cuanto más me hiere Amor, cuanto más violentamente me abrasa, tanto más brío me infunde el anhelo de vengar mis heridas…

En opinión del poeta latino, dondequiera que se busquen obras magnas, incluida la creación de imperios, su motor y alma siempre será la pasión amorosa.

“El amor aparece en Ovidio como el fundamento de la cultura y, más aún, como fundamento del mundo mismo, como condición de su existencia y su sentido”, refiere Rubén Bonifaz Nuño, poeta y experto en letras clásicas. Y añade: para Ovidio “el amor es creador de pacíficas relaciones comunitarias y la raíz del orden universal. Es el único poder capaz de mantener y desarrollar la vida en la ciudad y el equilibrio del mundo; es la fuente de la armonía y la paz”.

Ovidio divide su poema Arte de amar en tres libros.

LIBRO I (la conquista del amor)

Joven soldado que te alistas a esta nueva milicia, esfuérzate primero por hallar aquello que amar quieras; en seguida trata de interesarle con tus ruegos, y en tercer lugar gobiérnate de modo que tu amor viva largo tiempo… Mientras no te ate ningún lazo, puedes ir donde quiera y elegir a quien le digas: “Tú sola a mí me places”. No esperes que el cielo te la envíe resbalando por las tenues auras, la niña idónea has de buscarla con tus propios ojos… Tú, que buscas un cariño perdurable, frecuenta los lugares donde se reúnen las bellas…

Aunque los santuarios son sitios propicios, Ovidio recomienda otros espacios.

Donde has de tender tus lazos principalmente es en los teatros, sitios muy favorables a la consecución de tus deseos. Allí encontrarás a quien dedicarte, con quien jugar, a quien puedas tocar, y lo que haber tú quieras… Como las abejas que encuentran los bosques y prados olorosos para libar el jugo de las flores y el tomillo, así se precipitan en los espectáculos nuestras mujeres adornadísimas en tal número que suelen dejar indecisa nuestra preferencia. Vienen a ver las obras y vienen a ser ellas mismas objeto de la pública expectación, y el lugar ofrece mil peligros al pudor inocente… ¡Rómulo, tú fuiste el primero que intranquilizó los juegos escénicos, cuando el rapto de las sabinas regocijó a tus soldados!… Desde entonces sigue la costumbre en las funciones teatrales, y hoy todavía son un peligro para las hermosas… El espectáculo regocija a los espectadores y ensancha todos los corazones…

Las mesas de los convivios dan entrada en el ánimo de las bellas y proporcionan además de los vinos otras delicias. Allí, con frecuencia, el hermoso Amor sujeta con sus tiernos brazos la altiva cabeza de Baco; cuando el vino llega a rociar las alas de Cupido, éste queda grave en su sitio; mas en seguida sacude velozmente las mojadas alas, y ¡desgraciado el corazón que recibe su rocío! El vino prepara los ánimos a inflamarse enardecidos, ahuyenta la tristeza y la diluye. Vienen entonces las risas… Allí, muy a menudo, las jóvenes dominan el albedrío de los mancebos y Venus en los vinos es el fuego dentro del fuego…

Pero la prudencia es indispensable para el amante.

No creas demasiado en la luz engañosa de las lámparas; la noche y el vino extravían el juicio sobre la belleza… De noche se ocultan las manchas y todo vicio se perdona, y las sombras hacen a cualquiera hermosa. Consulta a la luz del día las gemas, los trajes de púrpura, la frescura de la tez y las gracias del cuerpo…

Para tomar a la que te seduzca… Primeramente, a tu mente venga la confianza: pueden ser tomadas todas; tú sólo tiende tus redes. Callen en primavera las aves, en estío las cigarras, antes que la mujer, blandamente tentada, al joven rechace. Incluso ésta que puedes creer que no quiere, quiere… Conviene a los varones no precipitarse en el ruego, y que la mujer, ya de antemano vencida, haga el papel de suplicante…

Ovidio advierte que en las mujeres el deseo insatisfecho provoca desvaríos, celos e incluso pasiones arrebatadas: “La pasión femínea es más cruel que la nuestra, y más de furia tiene”.

Una niña apenas, de muchas, habrá que se te niegue. Las que dan y las que niegan gozan ser, con todo, rogadas… Mas antes de buscar a la niña, conocer a su sirviente te sea el cuidado; ella suavizará tu acceso… ésta elegirá el tiempo do tenga mente fácil su dueña, y apta a asirse… Mientras los pechos gozan y no son del dolor apretados, allí, ábrense ellos mismos, va Venus con blanda arte… Mas apúrate, no sea que el viento calme y caigan las velas… No andaré yo por precipicios y por cumbres agudas, ni alguno de los jóvenes, guiados por mí, correrá riesgos ni será engañado…

A las tiernas niñas no siempre cautivar es seguro; si el tiempo no es favorable, difiere la obra…

Arte encuentra la mujer para arrancarle bienes al ávido amante… Muchas piden se les dé, para usar; volver lo dado no quieren; pierdes, y nunca se tiene en cuenta tu sacrificio…

Promete, ¿pues en qué el prometer ha dañado? Puede cualquiera ser en promesas rico. Si es creída una vez, la esperanza largo tiempo se tiene; es una diosa falaz, mas nos complace ser por ella engañados…

Los mensajes escritos juegan un papel destacado:

Tengas el creíble estilo y las acostumbradas palabras, blandas con todo, porque presente hablar parezcas. ¿Quién, si no el inope de mente, a su tierna amiga declama?… Si no admite tu escrito y te lo vuelve a enviar no leído, que ha de leer espera, y afirma tu propósito… Con el tiempo vencerás, sólo persiste… Haya leído y no quiera contestar: forzarla no quieras. Tú sólo haz que sin tregua ternezas tuyas lea… Acaso vendrá a ti una carta triste primero, y que ruegue que no solicitarla quieras. Lo que ella ruega, teme; lo que no ruega, quiere: que insistas; prosigue, y serás dueño de lo que deseas…

La prestancia del amante es indispensable:

Por tu limpieza, plazcan; bien conveniente sea y sin manchón la toga. No se entiese la lengüeta, carezcan de herrumbre los broches, y no en una piel floja errante el pie te nade; sea el pelo, sea la barba por cauta mano hecha; y en nada sobresalgan y estén sin mugres las uñas, y en la hueca nariz ni un pelo se te pare. Ni sea triste el aliento de tu boca mal aromada, que las narices dañe…

El amante no puede desperdiciar la cercanía de una mujer atractiva durante un banquete:

Muchas cosas aquí en cubierta plática ocultas, te es lícito decir las que ella sienta que para sí son dichas, y ternuras leves escribir con gotas de vino, para que ella, en la mesa, se lea dueña tuya, y contemplar sus ojos con ojos que confiesan su fuego; callando, el rostro a veces voz y palabras tiene…

La mesura es la medida en el beber, de manera que la mente y los pies su oficio desempeñen… Más aptos mesa y vino son para el dulce juego. Si tienes la voz, canta; danza, si muelles los brazos, y place con cualquier don que placer tú puedas. La ebriedad verdadera daña, mas fingida ayuda…

Provechar la oportunidad de conversar:

Al llegar el tiempo del coloquio, que huya el rústico Pudor; a quien osa, sirven la Suerte y Venus… venga tu fecundia; tú solo haz que quieras; diserto serás por propio impulso. Debes actuar como amante, e imitar con palabras las llagas. Serás creído sin dificultad… A amar en verdad comenzó el fingidor a menudo y lo que empezó fingiendo a menudo ocurrió… se hace verdadero el amor que era, hace poco, falso… Ahora sea con lisonjas sorprender a hurto su ánimo, como a pendiente orilla asciende el agua líquida. No te entristezca alabar ni su faz ni sus cabellos, y sus torneados dedos y su menudo pie. Los encomios de la forma deleitan también a las mujeres castas; su forma es, a las vírgenes, cuidado y cosa grata… No tímido, promete; a las niñas las promesas arrastran; pon por testigo a cualquier dios. Júpiter, desde lo alto, ríe de los perjurios de los amantes… ¿Quién, sapiente, no mezclará besos con blandas palabras? Aunque ella no dé, no dados toma empero… pugnando, con todo, ser vencida ella quiere; sólo que, mal robados, evita dañar los tiernos labios y que llorar pueda porque duros fueron. Quien tomó besos, si no tomó también lo restante será digno de perder aun esto que fue dado… Aunque a la fuerza apeles, grata es esa fuerza a las niñas; a menudo, obligadas quieren dar lo que agrádales…

¡Ah, tiene el joven en su propia forma excesiva confianza, si espera que la mujer anticipe el ruego! Vaya el hombre primero, diga el hombre implorantes palabras; ella, benignamente, las blandas súplicas tomará. Para adueñarte, ruega; ella sólo ser rogada ambiciona; da, de tu deseo, la causa y el principio… Si, empero, alejarse de tus preces sus hinchados orgullos sintieres, en tu intento cesa, y el pie devuelve. Lo que las huye, muchas ansían; lo que las insta detestan; insiste con más ligereza y que el amor encubierto entre con el nombre de amistad…

Es peligroso, ante un compañero, alabar lo que amas. Si te creyó, alabante, tratará de quitártela..

Toma mil ánimos de mil maneras… Se adaptará el que sabe y, como Proteo, ahora se atenuará en leves ondas, ora león, ora árbol, ora puerco hirsuto. Aquí, con red los peces; allá son con anzuelos cogidos, aquí, tendido el cable, arrastran huecas nasas. Y no te convenga un solo modo para todo; de más lejos, la cierva vieja verá los lazos…

“Se ha dicho que Ovidio parece haber pretendido realizar una suerte de parodia de la poesía didáctica con una obra irónica y ligera, en la cual se toma al amor como una materia sujeta a normas susceptibles de ser fijadas y transmitidas como objeto de enseñanza”, cuestiona Rubén Bonifaz Nuño, quien considera que el Arte de amar es mucho más que eso. El académico destaca los paralelismos entre la conducta de los amantes humanos y la vida en la naturaleza o las historias legendarias, así como las digresiones históricas y mitológicas que hacen el poema vivo y variado.

Asimismo, resalta “una serie de descripciones magistrales de lugares y comportamientos de aquellos tiempos en Roma y ciertos aspectos de las costumbres de sus habitantes”, así como “rasgos de precisa psicología, señaladores de un conocimiento perspicaz de los recovecos del alma humana. Y vemos en ellos la mezcla matizada de fingimiento y autenticidad en la conducta, y las reacciones amargas o felices de los amantes”.

LIBRO II (la conservación del amor)

“Concebido el amor como un combate, el vencedor es quien consigue que el otro le ame mejor”, explica Bonifaz Nuño. No obstante, Ovidio se pronuncia contra el envanecimiento del conquistador y contra la soberbia juvenil.

La presa buscada cayó en las redes; alegre, el amante paga con la verde palma mis versos… Mas no es bastante haber venido a ti la niña, siendo yo el poeta; la cautivó mi arte, debe retenerla mi arte. Y no es menor virtud que adquirir, guardar lo ganado… Recuerda que Minos no pudo refrenar las plumas de un hombre [su hijo Ícaro]; detener pretendo, yo mismo, a un dios volátil. Y se engaña quien recurre a filtros mágicos que sólo dañan ánimos y fuerza de furia tienen. Para que te amen, serás amable… a los bienes del cuerpo, dotes de ingenio añade. La forma es un bien frágil y menor se hace cuando los años pasan, e ida la rosa entiésase la abandonada espina; y ya para ti vendrán, hermoso, los canos cabellos, ya vendrán las arrugas que te ararán el cuerpo. Constrúyete un ánimo que dure, y a tu ánimo agrégalo; sólo él, hasta los ruegos extremos permanece. Hermoso no era, mas era Ulises fecundo, y, con ello, torturó con amor a las ecuóreas diosas… en la falaz figura tímidamente confía, quienquiera que seas, y ten algo de más valor que el cuerpo…

Dice Bonifaz Nuño: “Ovidio alcanza altísimas atmósferas de expresión al comparar la transitoriedad de la humana belleza juvenil con la que acosa el esplendor de las jóvenes flores”. De ahí que proponga, a quienes no pueden obsequiar bienes materiales como prenda amorosa, ofrecer bienes intangibles.

No vengo al rico como preceptor del amar. Más vale aquél que mis inventos. Para los pobres soy el poeta, puesto que pobre yo amé. Como dar regalos no pudiera, di palabras…

El muelle amor, con dulces palabras debe criarse… No por mandato de la ley vinisteis hacia un solo lecho; es el amor el que, entre vosotros, cumple función de ley. Blandas caricias, y a su oreja placenteras palabras lleva, porque ella esté, con tu llegada, alegre…

Ovidio sugiere paciencia y perseverancia en la “milicia” del amor.

El pobre ame cautamente; decir mal, tema el pobre, y mucho aguante cosas que los ricos no toleran… Con la culta amiga haya paz y juego, y motivo de amor cuanta cosa tiene. Si ni bastante blanda, ni fuere a ti amante benigna, resiste y aguanta. Suave será más tarde. Dóblase con paciencia desde el árbol la rama encorvada, mas la quiebras si experimentas tus fuerzas. Con paciencia, cruzas las aguas, pero no puedes vencer los ríos si te arrastra la onda contra la cual tú nadas. Con paciencia, se doma el tigre y los leones de Numidia…

No ordeno que tú, armado, las Menalias selvas asciendas, ni que en el cuello tuyo las redes lleves, ni ordeno que ofrezcas el pecho a las enviadas saetas; muelles serán las órdenes del arte cauta mía…

Cede a lo que se te opone; cediendo saldrás victorioso; tan sólo haz los papeles que ella te ordene que hagas… A tu dueña a menudo, y aunque tú mismo te erices, la mano calentarse debe en tu helado pecho… Si a alguna parte te dijere que ocurras, ocurre; todo difiere, corre… Estará en el campo y dirá: “Ven”. Odia Amor a los flojos; si faltare la rueda, tú toma a pie la vía… Una especie de milicia es el amor. Marchaos los tardos. Cuidar estas insignias no es para hombres tímidos… Si te fuera negado ir por lo seguro y lo plano, y apoyada en opuesto cierre la puerta fuere, tú por lo abrupto, por el techo abierto deslízate; dé también la ventana, alta, furtivas vías. Alegre estará, y sabrá que ella fue para ti causa de peligro; prenda de cierto amor, esto será tu dueña…

El poeta advierte sobre la necesidad de ser sagaces y mantener una escrupulosa atención.

Y ordeno que a tu dueña no obsequies con precioso regalo; de lo parvo, si eres sagaz, darás lo idóneo… Áureos son, en verdad, hoy los siglos; con oro, muchísimo viene el honor; con oro es el amor ganado… Con todo, hay también doctas niñas, rarísima turba; otra turba, no doctas son, pero serlo quieren. Ambas se alaben con versos… Lo que por iniciativa propia planees hacer, pues lo estimes útil, espera siempre a que tu amiga te lo ruegue… La utilidad será tuya y el honor corresponderá a ella, que actuará el papel del fuerte…

Si quieres tener el cuidado de retener a tu niña, haz que piense que estás atónito por su forma y sus gustos… Tan solo que en esas palabras simulador no te muestres, no destruyas tus dichos con tu rostro…

Si se acostare malsana y sintiere, enferma, un vicio en su cielo, allí sean manifiestos tu amor y tu piedad… No busques el odio de la enferma actuando con excesiva oficiosidad ni la apartes de un manjar; si alguien debe darle un jugo amargo, deja esa tarea a un rival tuyo…

Ovidio pone énfasis en que se requieren nuevas estrategias cuando cambian las condiciones amorosas.

El viento que hinchó tus velas al alejarte de la costa no te servirá al adueñarte del medio mar. Mientras el amor nuevo yerra, con el uso cobra fuerzas; será firme si, con el tiempo, bien lo nutres… Haz que a ti se acostumbre; mayor que la costumbre, no hay nada; en tanto que la adquiera, no rechaces ningún tedio… Cuando tengas mayor confianza de poder ser buscado, cuando fueres cuidado, dale un descanso; descansado el campo bien vuelve réditos, y la tierra árida, celestes aguas sorbe… Mas la mejor demora, es la breve…

Y recuerda su advertencia acerca del furor de los celos femeninos.

Ni el feroz jabalí es tan cruel en mitad de su ira, cuando en fulmíneo hocico voltea canes rábidos, ni la leona cuando ofrece a lactantes cachorros las ubres, ni la violenta víbora herida por el pie ignorante, cuanto la mujer al descubrir en su lecho conyugal a su rival, arde y tiene en el rostro las prendas de su mente; al hierro y las llamas corre, y depuesto el decoro es llevada como herida por los cuernos del dios Aonio… Temerse esos crímenes deben los cautos hombres… Jugad, mas la culpa se oculte por un hurto modesto y nunca te vanaglories de tu pecado. Y no des un regalo que otra pueda haber conocido, ni tus libertinajes tengan los tiempos fijos, y porque tu mujer no te tome en escondites que conozca, no debe ser citada en un solo sitio. Y cuantas veces escribas, tú mismo revisa antes todas las tablillas; muchas leen lo que el escrito no dice realmente. Herida, Venus justas armas mueve y el dardo devuelve, y hace que llores tú lo que lloró hace poco… Si, empero, algunos actos que bien ocultaste llegan un día a traslucir, aunque sean evidentes, tú siempre niega. Allí, ni sumiso ni más blando serás de lo usado; muchos de estos signos tiene el ánimo culpable…

Sin embargo, algunas mujeres necesitan el acicate de los celos.

Las hay cuyo amor languidece si una rival no adviene. Se insolentan de ordinario los ánimos a pesar de las cosas felices, y no les es fácil sobrellevar la prosperidad con mente plácida… en tal circunstancia, cuando pigres y quietos los pechos se enfrían, a amor debe excitarse con aguijones vivos… Haz que tema por ti, infúndele agudas sospechas, vuelve a encender el fuego apagado, pero no permitas que del dolor pase a la ira… Da, a la que llora, besos; da, a la que llora, gozos de Venus; paz habrá. Cuando bien se ensañare, cuando enemiga cierta se viere, busca allí del concúbito los pactos; blanda se tornará… Unen sus picos las palomas que hace poco lucharon, cuyo murmullo tiene blandicias y palabras…

Un aspecto esencial para el amante: conocerse a sí mismo.

De la dulce obra de Venus yo cantaba, cuando vino Apolo de súbito. “Preceptor del Amor lascivo –me dijo-, ea, tus discípulos hacia mis templos guía, donde hay, celebrada por la fama en todo el orbe, la inscripción que ordena a cada uno conocerse a sí mismo. Sólo quien se conozca a sí mismo, amará sabiamente y todo trabajo comparará a sus fuerzas y aprovechará sus cualidades”…

Para conservar el amor se debe estar dispuesto a resistir los sinsabores.

A los amantes, es más lo que daña que lo que ayuda; aguantar muchas cosas en su ánimo propónganse… Las flechas que sufrimos, de mucha hiel se mojan… Lo arduo movemos; mas nada es virtud sino lo arduo; se pide por nuestra arte una labor difícil… Si os engaña, consiente que los hurtos se cubran, porque no huya el mostrado pudor del falso rostro… De la venganza habrás de arrepentirte, por la necia insensatez y por haber escuchado los gritos de la cólera…

Virtud exigua es dar a las cosas silencios; mas grave culpa es, en cambio, hablar de lo que callarse debe… ¡hasta el pueblo rudo tanto cuidado del pudor tenía!… Venus misma, cuántas veces los velos depone y, medio inclinada, el pubis cúbrese con la siniestra mano…

Ovidio asegura: “El que ame con prudencia y siga los preceptos de mi arte, saldrá victorioso”. El amante no debe actuar con petulancia ni con una indiscreción que lastime.

Torpes los hay que se vanaglorian de que ninguna les ha negado su favor. “Esa que ves, fue mía”, dicen señalando con el dedo, y si no pudieron tener los cuerpos tocan los nombres que pueden y, en su anhelo de que les crean lo que no pudo ser, manchan la fama de las mujeres… Con mesura, nosotros sólo hablamos de los amores ciertos y cubrimos con sólida fe los secretos hurtos…

Evitad, en especial, reprochar a las niñas sus defectos, que haber disimulado fue para muchos útil… Hazte a lo que sufres mal y lo sufrirás bien. Mucho suaviza la edad, en cambio el amor joven todo lo siente… Justo es ablandar con nombres los males. Llama morena a la que tenga la tez más oscura que el pez de Iliria; a la estrábica dile que se parece a Venus; a la pelirroja compárala con Minerva; grácil la que, por su flacura, apenas vive. Di a la que es pequeña, adaptable; a la que es turgente, plena, y así, en la proximidad del bien, se oculte el vicio. No le preguntes en qué año nació ni en qué consulado; son oficios que el censor duro tiene… Aprovechen esa edad u otra más tardía, mancebos; ese campo deben sembrar pues produce la mies en abundancia. Mientras fuerzas y años lo permitan, tolerad las labores; ya la curva vejez vendrá con pie callado. Azotad el mar con los remos, abrid con el arado las tierras, añadid fieras armas a las guerreras manos, o flancos y fuerzas y trabajo dirigid a las niñas; también esto es milicia; también riquezas busca…

Ovidio propone buscar el goce mutuo, porque placer no compartido no es placer.

Odio los lazos que no deleitan a los dos… odio a la que se entrega porque le es necesario entregarse y, en el momento del amor, seca, en su labor de lana piensa; el que se da por deber, para mí no es placer agradable… Me delita oír las voces que sus gozos confiesan; y que a mí me demore, me detenga, ruegue. Contemple de mi dueña demente los vencidos ojos; desmaye, y mucho tiempo, impida ella ser tocada. No dio estos bienes la natura a la primera juventud, que tras los siete lustros suele venir en breve…

No yacerá en el lecho la mano izquierda, inerte; encontrarán los dedos qué hacer en las partes aquellas en que ocultamente moja sus flechas Amor… Créeme, el placer de Venus no debe ser apresurado, sino traído por tarda demora, poco a poco. Cuando hallares los sitios que goza la mujer que se toquen, no te detenga el pudor para tocarlos; contemplarás de trémulo fulgor centelleante sus ojos, como el sol a menudo refulge en agua límpida; lleguen las quejas, llegue el amable murmullo, los dulces gemidos y, adaptadas al juego, las palabras. Mas tú, ni a tu dueña abandones usando velas mayores ni ella tus cursos anteceda; a la meta llegad juntos. El placer es allí pleno, cuando varón y hembra yacen, a la par vencidos…

Llega el fin a la obra. Agradecida juventud, dad la palma y la corona de mirto a mi crin fragante… Como poeta celebradme, varones; decidme alabanzas, que por todo el orbe se cante el nombre mío. A vosotros di armas, como a Aquiles las diera Vulcano; como él venció, venced con los regalos dados. Mas quienquiera que con mi hierro a la Amazona venciere, inscriba en su trofeo: “Ovidio fue mi maestro”…

Dice Bonifaz Nuño: “El Arte de amar, fruto maduro y consumado del complejo espíritu de Ovidio, de leerse sin prejuicios, es una obra que está muy lejos de agotarse en la pura superficialidad que generalmente se le atribuye. Sus significados, como ocurre con todo gran poema, se multiplican y se van revelando con profundidades inusitadas. Y aparece entonces un vasto panorama de emociones y pensamientos donde, bajo la apariencia ligera, buscan salida tristezas trabajosamente dominadas y esperanzas de conseguida sabiduría, y se manifiestan la experiencia del dolor humano y el conocimiento nacido de una mirada amplia y hondamente depositada en las cosas. De tal manera, la frivolidad aparece como una manera de presentar amablemente contenidos sustanciales que el poeta piensa que deben ser amados; como una suerte de disfraz destinado a lograr una fácil admisión de verdades difíciles, y se convierte en una manera de conocer y de transmitir sin obstáculos el conocimiento adquirido”.

Y agrega: Ovidio era un poeta de reconocida complejidad interior y celebrada capacidad literaria para trabajar simultáneamente en varios planos. De ahí que el fondo de iluminaciones morales que incluye en su Arte de amar revela “la concepción que tenía de sí mismo y del mundo en que vivió, de la naturaleza de los sentimientos, de la relación del presente y el pasado, de la libertad y el amor, de la decadencia originada por la edad, de la conveniencia de adquirir bienes para el alma, del fundamento de la civilización y de la vida culta”.

LIBRO III (brinda armas a las mujeres)

Que enseñara yo, Citerea mandó; se irguió ella misma ante los ojos míos y preguntó: “¿Qué merecieron las míseras niñas? Se entrega un pueblo inerme a los armados hombres… esta parte debe aprender también con los consejos tuyos… Si te conozco bien, a las cuidadas niñas no dañarás. Mientras vivas, su gracia has de cuidar”… La Virtud misma es mujer por el porte y el nombre. No es de admirarse que favorezca a su sexo…

Mientras me alienta el ingenio, oh niñas, buscad aquí los preceptos que me permiten daros el pudor y las leyes y vuestro derecho…

Por principio, Ovidio recomienda a las mujeres aprovechar el instante, sobre todo en cuestiones del amor.

Ahora, de la senectud que vendrá, sed ya memoriosas, y no perdáis un instante de la vida. A modo de agua fluyente, se van los años. Ni la onda que ha pasado será hacia atrás llamada de nuevo, ni puede regresar la hora que ha pasado. Aprovechen la juventud… Tiempo habrá donde tú, que hoy a los amantes rechazas, yacerás, vieja frígida, en la desierta noche y no será rota por la nocturna riña tu puerta ni al alba hallarás tus umbrales llenos de rosas. Qué aprisa, mísero de mí, se aflojan los cuerpos con arrugas, y perece el color que fue en el rostro nítido, y las canas que juras que desde muchacha tuviste se esparcirán de súbito por toda tu cabeza. La serpiente rejuvenece al despojarse de su tenue piel, lo mismo el ciervo al despojarse de su cornamenta; nuestros bienes, en cambio, huyen sin remedio; arranca la flor, que si no lo haces ella misma caerá… Sigan el ejemplo, jóvenes mortales, de las diosas, y no nieguen a hombres ansiosos vuestros gozos. Aunque os engañen, ¿qué perdéis?, todos vuestros encantos permanecen; aunque te arrebaten mil condescendencias, nada en ti perece… Una antorcha no pierde luz por prestar a otra su flama… Y no os prostituye mi voz, sólo pretende libraros de vanos temores; vuestras dádivas no os empobrecen…

En el arreglo personal, les propone pulcritud, adorno y buen juicio.

Por el cuidado empiezo, porque se arruina la faz descuidada, aunque sea semejante a la de la diosa Idalia… Yo me congratulo de haber nacido en esta edad, apta para mis costumbres; no porque hoy sea sacado de la tierra el oro lento, y de lejana costa nos llegue la concha recogida; no porque decrezcan los montes al extraer el mármol, ni porque los muelles alejen las cerúleas olas, sino porque domina el adorno, y no permaneció en nuestros años la rusticidad que vivieron nuestros abuelos. Nos cautiva el aseo pulcro y el cabello primorosamente peinado. El género de ornato depende de lo que a cada una convenga, según consulte con el espejo… Que el arte finja el azar… ¡Y cubrir vuestros defectos pueden por muchos modos!…

¿Qué diré de los vestidos? No os exijo volantes de oro; cuando tantos colores se ofrecen por un precio más leve, ¿qué furor es llevar su hacienda sobre el cuerpo?… Cuantas flores pare la nueva tierra, cuando en tibio verano mueve la vid sus yemas y huye el invierno pigre, tantas o más tinturas bebe la lana; elige las propias, pues no todo será a todas conveniente. Lo negro sienta a las níveas; lo blanco sienta a las morenas…

Asimismo, que pongan atención en los finos cuidados y sean discretas.

¡Casi me disponía a advertiros que un fiero chivo a las axilas no fuera y eliminaran la aspereza de las piernas por los duros pelos! Mas no enseño a las niñas de la Caucásica peña, que necesitan preceptos para no dejar ennegrecer los dientes y para lavar el rostro con agua tomada al alba…

No apruebo a la vista del amador los dientes haber frotado. Eso dará la forma, mas será deforme de verse; muchas cosas, repulsivas mientras se hacen, ya hechas complacen… No preparéis vuestros encantos ficticios en presencia de los varones. Bueno es que mucho ignoren los hombres; de los arreglos, la máxima parte incomoda si no se cubre a la vista…

Rara faz, con todo, oculta los defectos y esconde, donde puedas, el vicio de tu cuerpo… El pie malo se oculte siempre en la nívea sandalia… quien tenga grave el olor de la boca, no hable nunca en ayunas…

Ovidio aconseja cultivar la gracia seductora al reír, al hablar, al andar, al cantar.

¿Quién lo creería? También a reír aprenden las niñas, y buscan ellas gracia también con esta parte. Pues hay quien con viciosa carcajada retuerce la boca; piensas que llora otra, cuando se vierte en risa. Aquélla suena ronco y ríe cierta cosa no amable como desde noria áspera rebuzna torpe asnilla. ¿Qué diré de las que recurren al vicio de estropear las palabras y lo toman a gracia, y se ingenian en hablar peor de lo que podrían? Porque aprovecha, consagrad vuestro cuidado a todo esto…

Aprended con femíneo paso a llevar el cuerpo; en el andar hay también parte no despreciable de gracia… Cosa seductora es el canto… con voz armoniosa, las sirenas detuvieron raudas naves… A cantar aprendan las niñas (en vez de la faz, la voz fue para muchas el arma del amor)…

Séante conocidos los poemas de Calímaco, los del cantor de Cos, los del viejo de Teos, tan amante del vino; sabida sea también Safo (¿pues qué más lascivo que ella?)… Y puedas haber leído los versos del tierno Propercio, o bien algo de Galo, del dulce Tibulo, y de Varrón el poema sobre el vellocino de oro, ¡oh Frixo!, tan funesto a tu hermana y al cantor del fugitivo Eneas, que echó los cimientos de la antigua Roma, obra maestra con la cual ninguna se atreve a competir. Con éstos, acaso, también se mezclará mi nombre, librando mis escritos de las aguas del Leteo, y alguien dirá: “Lee de nuestro maestro los cultos versos con que instruye a ambos sexos”, y de los tres libros elige el que hayas de recitar con voz suave o canta con compuesta voz una Epístola…

¿Quién dudaría que quiera yo que danzar sepa la niña, y que, dejando el vino, mueva los brazos al compás de la música? Se ama a las artistas del flanco, espectáculo de la escena; tanta gracia tiene esa movilidad…

Y muy especialmente, que aprendan a contener los arrebatos.

Practica mil juegos; es torpe que una niña no sepa jugar; jugando, el amor se prepara a menudo… La obra mayor en los juegos es domar las costumbres, pues allí somos incautos y en nuestro mismo afán nos mostramos, y, entre juegos, desnudos se abren nuestros pechos. Suben la ira, el deforme mal y el anhelo de lucro, y discordias y riñas, y el túrbido dolor… Que Júpiter preserve de tan torpes crímenes a la que anhela parecer agradable…

Si es lícito llevar el ánimo de lo pequeño a lo mayor y desplegar al viento todas las velas, interesa a la faz reprimir rabiosas maneras… Si en medio de la ira miran el espejo, alguna apenas su faz reconociera. Y no menos dañosa es la soberbia en vuestro rostro; el amor debe ser alimentado por afables ojos. Odiamos (creed al experto) los inmoderados orgullos; tiene, a menudo, el rostro altanero semillas de odio… Odiamos también a las tristes… A quien te mire, mira; ríe delicadamente al que ría…

El poeta sugiere a las mujeres que busquen la ocasión de mostrarse, aunque con prudencia.

¿Qué beneficio obtendrás de tu hermosura si nadie la contempla? Ignoto es lo que se oculta, nadie lo ambiciona. Aunque a Tamiras y Amebeo en el canto superes, magna gracia no habrá para tu ignorada lira… ¿Qué, sino la fama, es buscada por los sacros poetas? ¿A Homero quién conociera si estuviera escondida la Iliada, su obra eterna?… Hermosas niñas, útil les será mezclarse con la turba, llevar a menudo los pies más allá de sus puertas… Se dé al pueblo la graciosa mujer a ser vista; entre muchos, acaso, habrá uno a quien arrastre… Vale el azar en todas partes; ten siempre dispuesto el anzuelo; donde menos lo esperes, un pez lo morderá…

Mas hay quienes insinúan el amor bajo mendaz apariencia, y por tales medios buscan ganancias deshonrosas. No os engañe el atildado porte… “¡Devuélveme lo mío!”, a menudo claman las niñas despojadas… Aprended de las querellas de otros; para un hombre falaz, no esté la puerta abierta…

Tarda ven a los convivios, y avanza hermosa bajo la lámpara puesta; tardar es ayuda máxima para la seducción… Poco menos de lo que puedes, come… Donde la cabeza es fuerte, ánimo y pies se están… torpe cosa, la mujer yacente en mucho vino empapada, probable presa del primero que llegue…

Asimismo, les recomienda tener cuidado con el intercambio de mensajes y con la elección del amante.

En las voces escritas, mira, y en lo que leas, de las mismas palabras infiere si finge o, angustiado, te ruega desde el alma, y demora un poco la respuesta; siempre a los que aman incita la demora, si sólo toma un breve tiempo. Mas ni fácil te prometas al joven que ruega, ni niegues con dureza lo que él pretende. Haz que tema y espere a la vez, y cuantas veces respondas, más cierta la esperanza venga, y menor el miedo… He visto palidecientes, por terror a la perfidia, a las niñas sufrir en todo tiempo. Por ello, acostumbra tu mano a trazar distintos tipos de letra (¡ah, mueran los que me obligan a aconsejar esto!), y las misivas al amante han de parecer dirigidas a una amiga, “ella” sea quien “él” ha sido…

Coge con presteza el fruto que se te escapa de la mano…Para asir ánimos estables por los años o de verde juventud, deberás seguir distinta senda… Aquél, soldado viejo, poco a poco amará y sabiamente y mucho, y aguantará. A diferencia del bisoño sufrible, no quebrará jambas ni arderá con fuegos crueles, ni de su dueña el tierno rostro herirá con uña, ni rasgará su vestidura o de la niña las túnicas, ni el cabello arrancado causa será del lloro. Esas cosas sientan a niños por el amor abrasados. A mayor edad, se sufren fieras llagas con mente grave. Es cierto, aquél es un amor más fecundo, aunque breve…

Vosotras observad a qué uso cada uno de nosotros es apto, y a cada uno poned en el sitio que le corresponda…

Evita a una rival; los reinos y el amor, no duran bien con socios… Me quejaba, me acuerdo, de que eran de temer los amigos; no sólo a los hombres esa querella toca. Si fueres crédula, cogerán otras tus gozos…

Ovidio propone a las mujeres no descartar aquellos juegos que renuevan el amor.

Que todo sea entregado, abriendo al enemigo las puertas, no garantiza fidelidad; lo que fácil es dado, nutre malamente al largo amor. Conviene de vez en cuando mezclar con alegres juegos cierta repulsa… No sufrimos lo dulce, pero nos renueva algún jugo amargo… Descarta las embotadas espadas, que con afiladas se luche. No dudo que sea herido yo mismo por mis dardos… Que tu amador sienta que sólo él tiene tus tálamos y luego crea que los comparte con un rival. Sin estas artes pierde el amor sus fuerzas… La injuria suscita los fuegos que parecían extintos; mirad, yo lo confieso: sólo amo, herido. Empero, que la causa del dolor no le sea manifiesta en exceso y él, angustiado, sospeche más de lo que realmente sepa… El placer que viene sin peligro tiene menos incentivos…

A mis ritos, para que engañes, ven. Sólo necesitas cierta voluntad; aunque tantos te vigilen cuantos ojos tuviera Argos, a todos engañarás… El guardia puede ser comprado con un regalo mínimo. Los regalos, créeme, seducen a los hombres y a los dioses; por los dones dados, se aplaca el mismo Júpiter…

Cada cual se conozca bien a sí misma y tome de su cuerpo ciertos modos: no a todas sienta una misma postura… Mil juegos hay de Venus; simples y de mínimo esfuerzo…

Haced (y es fácil) que nosotros creamos ser amados; se cree pronto lo que se desea ávidamente… ¿A dónde, insensato, me llevo? ¿Por qué descubro el pecho a los dardos y me hago traición a mí mismo?…

El poeta advierte a las mujeres sobre el riesgo de ofuscarse y dar por ciertas presuntas infidelidades del amante.

No creas de prisa; recuerda cuánto daño provoca el creer de prisa con el severo ejemplo de la furibunda Procris… que siempre el que ama piensa que es cierto lo que teme…

Y cierra el poeta:

Tiene fin el juego… Como otrora los jóvenes, así ahora las niñas inscriban en su botín: “Tuvimos a Nasón por maestro”.

Rubén Bonifaz Nuño distingue en la visión de Ovidio: “Las mujeres, entregadas del todo a las exigencias de su alma y de su cuerpo, se miran apartadas de la posibilidad de simular para su propia ventaja, y se ofrecen inermes a las maquinaciones y los engaños masculinos… Ovidio, que aconseja a los hombres que finjan lo que no sienten, aconsejará a las mujeres, amantes inagotables, que simulen límites a su amor, a fin de combatir la inconstancia y la superficialidad de los sentimientos de aquellos”. Pero las mujeres no han de traicionar su naturaleza. “Les aconseja entregarse sin límites, del modo que para ellas es natural y necesario, sin que las contenga el temor de ser engañadas… aunque sugiere que ocasionalmente rechacen al hombre, de manera que éste deba trabajar o sufrir por ellas. A fin de conseguir mayor profundidad y constancia en los endebles sentimientos amorosos del hombre, han de simular desamor o celos o difíciles circunstancias o inexistentes placeres”.

Qué cosa causó tu ruina, yo lo diré: amar no supiste; el arte os ha faltado…

DESTERRADO, PERO NO OLVIDADO

Ovidio decía haber nacido el 19 de marzo del año 710 de la fundación de Roma (equivalente al 43 a.C.), en Sulmona, pequeña ciudad del Abruzo, en Italia.

A principios del siglo XIX, el académico y traductor Francisco Crivell escribió: “Desde sus primeros escritos, Ovidio muestra el dominio de los recursos literarios, en que es insuperable, y el secreto de la elegante levedad y facilidad de los versos, que nadie posee como él; esto le hace representar un brillante papel en la sociedad romana, donde se celebran su causticidad, su fina agudeza de espíritu y lo certero de su expresión”.

Nada por mí se aprende sino los lascivos amores…

Octavio Paz afirmaba: “Los poemas de Horacio y de Ovidio son variaciones, con frecuencia perfectas, de los temas tradicionales del erotismo, casi impregnadas de epicureísmo… Ovidio, el gran cantor de los amoríos fáciles” (La llama doble).

Héctor Abad Faciolince, escritor colombiano, subrayaba: “La poesía de Ovidio en su Ars Amatoria es ajena a todo moralismo. Su desenfado le acarreó muchos problemas en la edad de Augusto, empeñada en una restauración moral y religiosa, que buscaba el rescate de los férreos valores de la era republicana. En este ambiente de restauración conservadora, no es extraño que Ovidio fuera considerado ‘maestro de obsceno adulterio’, como él mismo dice, y castigado en el año 8 d.C. con el exilio en Tomis (hoy Rumania), donde pasaría sus últimos nueve años de vida”.

Como puedo, me consuelo con canciones. No hay nadie para escucharlas. Fingiendo paso mis días…

“Sus libros, considerados inmorales, fueron retirados de las bibliotecas y quemados en público”, refería Faciolince.

Pese a todo, su obra sobrevivió, para influir en escritores de múltiples generaciones y propiciar muy diversas teorías entre los académicos.

Acerca del Arte de amar, el ensayista y poeta Adolfo Castañón escribió: “Vencer será uno de los motivos de este Arte: vencer la resistencia, la indiferencia, la edad, la vigilancia, la apariencia, la costumbre. El amor será una guerra constante y nunca ganada. Ovidio se propone una pedagogía del hedonismo autodominado”.

En la falaz figura tímidamente confía, quienquiera que seas, y ten algo de más valor que el cuerpo…

Bonifaz Nuño precisaba que el Arte de amar fue concluido en el año 1 a.C., cuando Ovidio tenía 42 años de edad. “No ignora que parte de sus gozos se están yendo, se fueron junto con la juventud capaz de convocarlos. Sabe que sólo el alma enriquecida por la sabiduría resiste a la herrumbre corrosiva del tiempo, que el ser humano vale lo que el alma que afanosamente construye para sí mismo”.

Posteridad, reconoce a quien estás leyendo, el poeta de la diversión, la bondad, el amor (Lamentos, escritos en el exilio)…

El historiador Robert Hughes no dudaba: “Ovidio fue el más irresistible de los poetas de la época augusta, y el ‘chico malo’ de la literatura.

“Ingenioso, de verbo fluido, casado tres veces, con un encanto terrenal que brilla a través de cada verso de su Ars Amatoria y de su obra magna, las Metamorfosis, Ovidio fue el primero de los grandes urbanitas sofisticados de la literatura… Su libre sexualidad sin duda contribuyó a su popularidad, y es uno de los motivos por los que se le sigue leyendo hoy en día, pero la razón fundamental de su influencia en la época romana, cuando rivalizaba con la de Virgilio, fue que sus versos se convirtieron en la fuente principal de la mitología griega para Roma… Fue Ovidio quien puso rostros a los dioses romanos; y también órganos genitales. Fue el que más contribuyó a la invención de la idea de la mitología entendida como diversión, una comedia costumbrista, llena de espectaculares historias escandalosas sobre las acciones de los dioses en el Olimpo: como observó Richard Jenkyns, ‘Ovidio está más próximo a Offenbach que a Homero’. Se convirtió en el poeta latino predilecto y más imitado del Renacimiento italiano, y sus versos a menudo fueron traducidos al inglés, sobre todo por Chaucer y Spencer. Aparecen resonancias de él en Shakespeare y Marlowe, pronunciado por el Doctor Fausto mientras espera su condenación, con una cita directa de los Amores de Ovidio: Corred despacio, despacio, oh caballos de la noche” (Roma, una historia cultural, Ed. Crítica, 2015).

Adolfo Castañón apuntó: “Ovidio es uno de los poetas más relevantes de la época de Augusto. Con Tibulo y Propercio, se contaba entre aquellos poetas elegíacos, ‘caballeros’ preocupados por expresar las emociones privadas. Las públicas serían cantadas por escritores épicos como Virgilio, Horacio y Tito Livio… El Arte de amar, además de manual de seducción, se presenta también como un cuadro de costumbres, de malas costumbres, y deja al descubierto la trama de corrupciones, alianzas y promiscuidades que se daba en Roma entre hombres y mujeres libres y libertos. Se trata de una obra polémica, irónica y paradójica; una máquina risueña y traviesa donde el poeta imparte consejos y consuela a las víctimas con historias de los dioses enamorados”.

En el destierro, Ovidio lamentaba: “Se me acusa de haberme convertido, con mi obsceno poema, en maestro del impúdico adulterio”. En busca del indulto, afirmaba que sólo fueron “versos jocosos, bromas poéticas. Nunca ofendí a nadie con mis versos satíricos y mis versos no revelan los delitos de nadie”.

Ovidio murió abandonado en el exilio (se cree que falleció el 17 de marzo del año 17 d.C.). Dos mil años después, su obra sigue deleitando y sorprendiendo a lectores y académicos.

Acerca de Arte de amar, Bonifaz Nuño confesaba: “A mí, me ha revelado profundas verdades de la naturaleza del alma, y me ha enriquecido con bienes que apenas había sospechado, pero que quise esperar siempre”.

(Las citas aquí incluidas de Arte de amar se basan en la cuidadosa traducción del poeta Rubén Bonifaz Nuño, publicada por la UNAM en 2019, así como en la traducción de Francisco Crivell, publicada por editorial Norma en 1996.)

[ Gerardo Moncada ]

Otra obra de Ovidio:
Metamorfosis.

Otras obras acerca de Roma:
La Eneida, de Virgilio.
Las Odas, de Horacio.
De la naturaleza de las cosas, de Lucrecio.
Elegías, de Sexto Propercio.
Catulo, el poeta transgresor que enlazó Grecia, Alejandría y Roma.
Epigramas de Marcial, el maestro de la brevedad punzante.
El Satiricón, de Cayo Petronio.
El asno de oro, de Apuleyo.
El Imperio Romano, de Isaac Asimov.

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