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La batalla por controlar Twitter se calienta

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7 julio 2015.- Twitter es el escenario de una batalla por el control de la opinión pública. Así lo demuestran los episodios de tecno-censura que constantemente invisibilizan la crítica política, el millonario gasto en monitoreo, el uso de cuentas automatizadas para distorsionar la comunicación impulsando mensajes de odio (racial, social, de género y, por supuesto, político), así como la contratación de cuentas de famosos para violar las leyes electorales.

En sus primeros años, Twitter se diferenció de las otras plataformas de redes sociales por ser mucho más dinámica, lúdica, innovadora y ágil, características que resultaron muy atractivas para un público conformado por adolescentes y jóvenes adultos. Incluso sus usuarios repetían una distinción generacional: “En Twitter están tus amigos; en Facebook, tus papás”.

Pronto, las otras plataformas hicieron adecuaciones para no perder público mientras éste diversificaba sus gustos y aprendía a operar en varias plataformas digitales de manera simultánea.

Así, la estridencia festiva de Twitter prosiguió en un sector de sus usuarios, pero se amplió el rango de edades y un creciente volumen de tuiteros se politizó, saltando de los chistes a la crítica, de la frivolidad a la indignación. Ninel Conde, centro de las pitorrizas por sus frecuentes tropiezos verbales, fue superada por los desatinos de la clase política y empresarial.

En México, como en otras naciones, Twitter se convirtió en termómetro de la protesta social y en un mecanismo de rápida articulación ciudadana. Esto provocó una enorme inquietud entre los sectores más conservadores de la sociedad, la política y los negocios.

Tras fallidos intentos para “regular” internet y las redes sociales (como lo proponía, por ejemplo, la Ley Secundaria de Telecomunicaciones, en marzo-abril de 2014), o para criminalizar las quejas abiertas contra representantes de los poderes institucionalizados o corporativos (el intento de prohibir los “memes”, por ejemplo), estos poderes parecen haber decidido que tomarían el control de internet.

Por un lado, la oficina de la Presidencia emprendió un monitoreo minucioso. Contrató al menos seis empresas especializadas que vigilan las 24 horas qué se dice en Twitter y elaboran tres reportes diariamente. La revista Emeequis tuvo acceso a estos reportes y elaboró un espléndido reportaje con base en los informes preparados el último trimestre de 2014 (ver reportaje).

[En ese sentido, hoy apenas empezamos a conocer algunos detalles de la contratación de la empresa italiana Hacking Team por parte del Cisen, la Defensa Nacional, la Marina, la PGR, la Policía Federal y los gobiernos del DF, Estado de México, Puebla, Durango, Querétaro, Campeche, Baja California, Tamaulipas y Yucatán. Esta empresa desarrolla software para espionaje y suele trabajar para gobiernos que violan los derechos humanos; se le ha asociado con represión a grupos disidentes y periodistas en varias partes del mundo.]

Por otro lado, y ante una opinión pública cada vez más crítica en Twitter, un regimiento de cuentas automatizadas comenzó a atacar hasta invisibilizar las críticas al gobierno. Además, ha impulsado temas oficialistas, como echar porras al ejército y a la policía federal, e incluso promovió de manera ilegal el voto a favor del Partido Verde durante la pasada jornada electoral.

Ayotzinapa y la Casa Blanca de Las Lomas fueron temas que tuvieron al gobierno federal contra la pared por varios meses, al grado que -impaciente- sector empresarial le exigió salir de su parálisis. Lo que siguió fue un ajuste en las estrategias para Twitter a fin de hacer más rápida e intensa la respuesta a través de cuentas automatizadas (bots). Incluso ahora realiza acciones preventivas, cuestionando y descalificando públicamente -vía cuentas fantasma- mensajes que considera potencialmente virales, al tiempo que se esfuerza por regresar esta plataforma a su etapa frívola.

La batalla en Twitter es crucial. Es, hoy mismo, uno de los termómetros más agudos de la opinión pública en México.

En Estados Unidos Twitter ocupa la quinta posición (detrás de Facebook, Linkedin, Pinterest e Instagram), con una penetración entre usuarios de redes sociales de 19%, según la encuesta de 2014 efectuada por Pew Research Center. En México la situación es muy distinta: ocupa el segundo sitio, detrás de Facebook, con una penetración de 92%, según la Asociación Mexicana de Internet (Amipci).

Es cierto que en México sólo usa internet el 44% de la población y que de ese porcentaje sólo 40% usa las redes sociales, es decir, Twitter tiene alrededor de 19 millones de usuarios. Sin embargo, se trata de una masa crítica especialmente activa, con gran capacidad para generar opiniones y difundirlas.

Fueron los usuarios mexicanos quienes hicieron de Twitter un espacio privilegiado de crítica social y política, de transmisión de información y articulación de ideas. Todo eso podría perderse muy rápidamente. Dependerá de la respuesta que den los propios usuarios, de su voluntad y determinación para defender lo construido.

[ Gerardo Moncada ]

 

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