VIDEOTECA
A los 60 años inicia la vejez, la decadencia, la decrepitud. Es una etapa vulnerable, por eso la ONU estableció el 15 de junio como el Día Mundial contra el Abuso y Maltrato en la Vejez. Un problema serio, que no es el de estos personajes cinematográficos.
RED (RED, retirados extremadamente peligrosos, Robert Schwentke, 2010).
Espléndida comedia de acción y romance con destacados toques de humor negro. Varios ex agentes de la CIA ya retirados, uno incluso en un asilo, comienzan a ser cazados por escuadrones de la muerte. El misterio los regresa a la vida activa para unir fuerzas y averiguar qué está ocurriendo. El tiempo les ha hecho mella, pero les sobra estilo.
-Nunca pensé que esto podría pasarme a mí…
-¿Qué?
-Envejecer.
El ritmo narrativo es inmejorable, sobre la base de un guión bien estructurado y con las impecables actuaciones de un elenco de primer nivel: Bruce Willis, Morgan Freeman, John Malkovich, Helen Mirren, Brian Cox, Richard Dreyfuss, Ernest Borgnine y otros más jóvenes como Mary-Louise Parker y Karl Urban, que constantemente desafían a los mayores por el tema de la edad. «Oldman my ass».
Justiciero (The equalizer, Antoine Fuqua, 2014).
«El viejo se topó con su mayor adversario en el ocaso de su vida», dice acerca de El viejo y el mar, de Hemingway, un apacible viudo (Denzel Washington) que lleva una vida sencilla, discreta, solitaria, tiene un trabajo rutinario y dedica su tiempo libre a la lectura de novelas. Intenta ayudar a algunos jóvenes que le simpatizan por su voluntad de superarse, y cuando éstos se meten en problemas él no puede mantenerse al margen. «No puedes ser indiferente, actuar como si nada ocurriera. Uno tiene que ser quien es, sin importar lo que pase». Y surge una máquina implacable que sólo lamenta haber perdido con la edad algunos segundos en su velocidad exterminadora. Con un juego de planos cada vez más cercanos y diálogos ingeniosos, nos adentramos en este personaje que había abandonado la vida violenta pero las circunstancias lo obligan a volver. Buena cinta que salta del relato costumbrista a una espiral ascendente de acción. El desenlace es tipo western. ¿Puede haber algo más gringo que un duelo final en un Home Depot, entre mercenarios hiperarmados de la mafia rusa contra un héroe que utiliza con ingenio los implementos de carpintería y jardinería?
Búsqueda desesperada (Taken, Pierre Morel, 2008)
Trepidante historia de otro ex agente de las fuerzas especiales estadounidenses (Liam Nesson) que se ve obligado a volver a la acción cuando su hija cae en las garras de una mafia albana de trata de blancas. Un ex compañero le advierte que cuenta con 96 horas para encontrarla antes de perder todo rastro, y ahí da inicio una persecución frenética por París, en la que arrasará con todo lo que encuentre a su paso. Trepidante cinta de acción que de manera colateral ventila el mundo del espionaje durante la guerra fría (ataques, operaciones secretas, secuestros, torturas) y su transición a un presente cínico y siniestro. La calidad histriónica de Nesson es siempre una garantía.
La mula (The mule, Clint Eastwood, 2018).
Con la eficacia narrativa que lo caracteriza, Clint Eastwood dirige e interpreta la historia de un octogenario que, al quebrar su negocio de floricultura, recibe una oferta de trabajo para seguir haciendo lo que ha hecho toda su vida: viajar a los distintos estados de la unión americana. Su carácter ligero y al mismo tiempo temerario acaba por convertirlo en la mula más vieja y confiable de un cártel de narcotraficantes. El relato avanza con desparpajo y buenos toques de humor, hasta entrar en terreno accidentado por las pugnas entre narcotraficantes y las investigaciones de la DEA. La película se basa en la historia real de Leo Sharp, veterano de la guerra de Corea que a los 80 años de edad comenzó a trasladar droga del Cártel de Sinaloa.
John Wick (David Leitch, 2014).
Keanu Reeves todavía no llega a los 60 años, pero le falta poco. Sólo por eso incluimos en este recuento a su personaje John Wick, un asesino que abandona una organización criminal y trata de vivir tranquilo hasta que unos mafiosos rusos irrumpen en su hogar, le roban su coche favorito y para colmo matan a su perro, obsequio póstumo de su esposa. Ese es el detonante de una delirante cinta de acción con balazos, peleas cuerpo a cuerpo y decenas de muertos. La estética visual es cercana a la de los videojuegos de combate armado, con largas tomas que siguen de cerca al personaje principal que va desplegando sus destrezas en una suerte de danza macabra mientras sus adversarios entran a cuadro y salen en un respiro, tan fugaz como el paso de la vida a la muerte. La trama es muy simple: una afrenta que desata la venganza, con muy pocos espacios para que el espectador tome aire, como el hotel de asesinos donde nadie puede matar. Fuera de ahí no hay refugio, porque quien se mete con John Wick compra boleto para el infierno.
[ Gerardo Moncada ]