cine

La tiranía del tiempo, en películas de Dormael, Nolan, Curtis, Ramis

VIDEOTECA

El tiempo suele ser un gran tirano, ya sea porque resulta insuficiente para lo que deseamos hacer o porque avanza tediosamente lento. Pero cuando se trastoca la noción convencional del tiempo, todo puede ocurrir…

Cambiar el pasado

Los hombres de una familia reciben un peculiar don, uno de los sueños más antiguos del ser humano: poder regresar a momentos de su pasado para corregir decisiones erróneas, aprovechar oportunidades perdidas, intentar ayudar a otros… y para volver a equivocarse. Esta es la esencia de About time (Richard Curtis, 2013), una deliciosa comedia británica en la que el don de viajar en el tiempo no está exento de complicaciones y sinsabores. La trama, a la vez inteligente y divertida, profundiza en el sentido de la vida, en las consecuencias de los actos, en la relevancia que puede adquirir una vida aparentemente ordinaria, en el valor de los placeres sencillos y la importancia de cada momento.

El tiempo, ese desconocido

En el año 2092 un anciano, el último humano mortal, recuerda su vida. Pero es un recuerdo complejo que incluye diversas vidas así como múltiples ramificaciones que se desarrollaron ante cada momento en que se debió tomar una decisión; es la realidad de las vidas imaginadas y los recuerdos con su carga de ficción y verdad… Todas esas variables se conjugan en el eje del tiempo que comprende la vida del personaje, Mr. Nobody (Jaco Van Dormael, 2009). Y no se trata de posibilidades alternas ante cada elección, sino de vidas simultáneas que corren en paralelo, lo cual hace el relato intrigante, inquietante. Destaca en esta película belga el juego cromático dominante según la vida que vive (o si se prefiere, según el camino que toma) el personaje. El director ha explicado que, en vez de un relato que partiera de una premisa para seguir una secuencia lógica hasta su conclusión, prefirió hacer una película que generara múltiples interrogantes, tantas como ocurre a cada instante en la vida real.

Un tiempo infinitamente laxo

Otra variable es la de habitar en una dimensión en la que pocos minutos de nuestro tiempo pudieran equivaler a días o años. Ese es un elemento clave en la película Inception (Christopher Nolan, 2010). Historia de ficción y suspenso en la que un grupo roba información a personajes poderosos durante el sueño; pero como la gente ya ha sido entrenada para oponer resistencia, los ladrones exploran distintas posibilidades para generar vulnerabilidad en sus objetivos. En esa labor, el tiempo es crucial, sobre todo porque se expande en el ámbito onírico, de manera que 5 minutos de vigilia pueden equivaler a más de 60 en un primer nivel de sueño; en un segundo o tercer nivel el tiempo se expande de manera geométrica hasta convertirse en meses o años. Asimismo, el grado de profundidad del nivel puede incrementar la actividad cerebral y alargar el sueño. Pero a mayor profundidad y laxitud, mayores riesgos.

La relatividad del tiempo

Einstein planteó que el tiempo depende del movimiento, de manera que en el espacio el tiempo avanza más rápido en los cuerpos que se mueven a mayor velocidad. Este planteamiento, así como que el tiempo se dilata en la proximidad de los agujeros negros, forma parte de una exploración espacial desesperada, urgente, en busca de un planeta que ofrezca condiciones de supervivencia ante una Tierra en colapso climático a la que casi no le queda tiempo de vida. En Interstellar (Christopher Nolan, 2014), estas y otras variables acerca del tiempo juegan un papel central y conducen a paradojas como viajar a través de agujeros de gusano a grandes velocidades o en una trayectoria (bucle temporal) que puede conducir al pasado. Estos temas del tiempo y gravitacionales han sido ampliamente estudiados por los físicos teóricos, y quizá por ello algunos espectadores han descalificado la película al toparse con licencias científicas que resultan inaceptables en un ensayo académico, pero que favorecen una trama de entretenimiento con la efectividad del sello Nolan.

Repetición infinita

Es una hilarante fantasía que podría deprimir a quienes vean reflejada en esta película las rutinas de su vida. Y es que resulta peor que la rutina, es la pesadilla de la repetición idéntica, día tras día. En Groundhog Day (Harold Ramis, 1993), un meteorólogo de televisión debe viajar a un pueblo que detesta y queda atrapado en un ciclo de 24 horas que se reanuda en forma invariable, fatal. Esta circunstancia le resulta intrigante, al principio, pero pronto se torna demencial. Su arrogancia se transforma en franca agresividad, llega a la delincuencia e incluso el suicidio, pero haga lo que haga el ciclo reinicia puntualmente. En esta comedia estadounidense, el espléndido Bill Murray interpreta al personaje que ante lo ineludible comenzará a reflexionar sobre su propia vida y encontrará la manera de sacar provecho de la circunstancia en que se encuentra atrapado, una manera ingeniosa de transformar su rutina, el sueño de todos nosotros.

[ Gerardo Moncada ]

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Botón volver arriba