VIDEOTECA
Por el Día Mundial del Rock que se celebra el 13 de julio (y por todos los días del año), damos un vistazo a películas que no existirían si no fuera por este género musical.
Bohemian rhapsody (Bryan Singer, 2018).
Biopic acerca del legendario grupo inglés Queen, pero en especial de su cantante Freddie Mercury. La recreación de la carrera musical de Mercury es notable, con una destacada actuación de Rami Malek. Sobre un guión convincente y bien estructurado, el relato resulta emotivo y realista. Aunque prescinde de los falsos pudores en torno a la homosexualidad del cantante, no cae en el chantaje o la victimización; por el contrario, mantiene como punto medular de la historia la complejidad del proceso creativo en el medio discográfico y la manera brillante como la enfrentó el grupo Queen (por encima de las debilidades, los egos y los conflictos entre sus integrantes). Como era de esperarse, la pista musical de este filme es magnífica, y el público, sin importar cuál sea su edad, la reconoce e inevitablemente la corea. Tras el concierto global «Live Aid» del 13 de julio de 1985, celebrado simultáneamente en Londres y Filadelfia, en beneficio de la población de Etiopía golpeada por la hambruna, se estableció el 13 de julio como El Día Mundial del Rock. Uno de los grupos que participaron en el concierto fue Queen. Ese fue un momento culminante para el grupo y para el rock, y no podía dejar de ser un momento climático en la trama de esta película, que dicho sea de paso fue un trancazo de taquilla, lo que confirma la permanencia de la música de Queen.
Rock toda la noche (Rock around the clock, Fred B. Sears, 1956).
-¿Qué es lo que toca ese grupo? No es boogie, ni jive, ni swing -comenta un neoyorkino.
-¡¡ Es rock and roll !! -le responden.
Esta es la primera película sobre este género, filmada a escasos tres años del éxito de Bill Haley, «El padre del rock and roll». La cinta recrea el entorno musical en que estalla el rock y prende a las nuevas generaciones. Un representante musical encuentra en un pequeño pueblo a un mecánico (Haley) que con sus amigos (The Comets) toca en forma alocada en bailes de fines de semana; de inmediato busca promoverlos pero se topa con la reticencia del medio. No faltan quienes se escandalizan: «Convertiste en una horda de locas frenéticas a niñas educadas para ser damas». La cinta es de un enorme candor romántico, sin embargo tiene varios méritos: no da el rol protagónico a los músicos, lo que libra al espectador de aguantar malas actuaciones; incluye los grandes éxitos de Haley (no inventa canciones de relleno); cuenta con excelentes coreografías y los bailarines son espléndidos; otros grupos dan fuerza a la pista sonora, como The Platters (con sus clásicos Only you y The great pretender), así como Freddie Balland y sus Bellboys.
La noche de un día difícil (A hard days night, Richard Lester, 1964).
Fresca, divertida, icónica, es la primera película filmada por The Beatles, cinta que el grupo no quería realizar por la experiencia de películas como las de Elvis Presley, con argumentos simplones, canciones mediocres, malas coreografías y en general una producción descuidada, ya que en esos casos el único fin era vender al artista del momento. Tras algunos forcejeos, los de Liverpool aceptaron una línea cercana al disparatado humor inglés que practicaba Peter Seller (antecedente de Monty Pyton). Así surgió una alocada historia que transcurre en un día, acerca de cuatro jóvenes que estaban causando sensación en Inglaterra y que se hacían llamar The Beatles. Se intentaba expresamente hacer algo surrealista, donde cabían la improvisación y los accidentes. Previamente, el guionista acompañó un par de semanas a los músicos para conocerlos mejor; de hecho, incluyó en el guión frases que les escuchó. «Un día salvaje lleno de irreverencias», decía el anuncio de la época. El director dijo que su intención esencial fue «presentarlos con honestidad». Un detalle curioso: hacia el final de la filmación, la película aún no tenía título y a todos gustó la frase dicha alguna vez por Ringo (A hard days night), pero tampoco existía dicha canción, por lo que John y Paul se pusieron a trabajar y en una noche crearon el tema musical de la película, mismo que se convertiría en uno de los mayores clásicos del rock. La edición conmemorativa de esta película es una joya, incluye un DVD con gran variedad de entrevistas a personajes vinculados con George, John, Paul y Ringo, quienes recrean lo que ocurría en la música pop, la cultura y el cine a principios de los años 60. Un material invaluable.
Nadie sabe nada de Gatos Persas (Kasi az gorbehaye irani khabar nadareh, Bahman Ghobadi, 2009).
Una pareja de jóvenes iraníes sólo desea tocar y cantar sus canciones indie-rock, que caen dentro de los géneros musicales proscritos en su país. La invitación a un festival en Londres alimenta sus sueños de libertad, sólo necesitan (además de pasaportes y visas) crear una banda con la que puedan viajar a Inglaterra. Así da inicio un recorrido por la furtiva escena musical juvenil de Irán, en que se dice hay 312 bandas indie-rock, además de raperos, metaleros, mujeres cantantes y 2 mil 500 grupos pop que se refugian en un mundo underground, con un vasto mercado negro de música y con tocadas clandestinas. La represión es institucional, pero cuenta con el apoyo de la sociedad, que repudia y estigmatiza la música de los jóvenes que de manera abierta hablan de la cruda y contrastante realidad no oficial; que hacen referencia a un Irán vivo y vibrante; que reconocen la tradición fundamentalista pero critican sus aspectos más bizarros. Con un estilo natural, casi documental, Ghobadi desarrolla un relato fresco, divertido aunque con desenlace amargo, basado en hechos reales, acerca de los sueños de los jóvenes y su voluntad de resistencia.
Nace una estrella (A star is born, Bradley Cooper, 2018).
Cinta vibrante, que sorprende a pesar de ser la cuarta versión de una historia ya filmada en 1937, 1954 y 1976. De ellas, sólo la primera no fue musical y quizá sea la más candorosa, con una convincente Janet Gaynor que luce incluso en las escenas de humor (como cuando imita Gloria Swanson, Mae West y otras estrellas de la época). La segunda versión conserva efectividad, pero Judy Garland ya había pasado por clínicas psiquiátricas y de desintoxicación, por lo cual hay momentos en que luce más abotagada que el marido presuntamente alcohólico. La tercera versión, interpretada por Barbra Straisand, tiene el defecto de la década de 1970: todo parece de poliéster (vestuario, decorados, utilería, cuerpos y hasta la música). En contraste, la última versión es veraz, realista, con equilibrio en el tratamiento de ambos integrantes de la pareja (la joven cantante y el músico consagrado) y alcanza una poderosa fuerza de atracción entre ambos. Destaca la actuación de Lady Gaga y en especial su disposición a prescindir de todo arreglo personal, algo que rompe con su cuidada imagen pública, así como la aceptación de ásperas críticas al género musical que su personaje interpreta (muy cercano al de la auténtica Lady Gaga). La dirección de Cooper es excelente: buen ritmo, autenticidad en los personajes, buenos diálogos y excelente momentos musicales de rock folk.
El último vals (The last waltz, Martin Scorsese, 1978).
No es sólo el documental acerca del último concierto de The Band, su despedida de los escenarios tras 16 años de rolar por todos los espacios, de una presentación tras otra; esta cinta es además un testimonio de lo que fue el entorno musical y la vida de los grupos durante dos décadas cruciales para el rock: las de 1960 y 1970. Scorsese juega con los diálogos y las escenas tras bambalinas, exhibiendo lo que hay de falso en muchos documentales. Por el contrario, durante el concierto la autenticidad y el talento fluyen, con la presencia de grandes figuras invitadas como Neil Young, Muddy Waters, Eric Clapton, Bob Dylan, Van Morrison, Joni Mitchel… Treinta años después, Scorsese filmaría Shine a light (2007), un concierto de beneficencia de The Rolling Stones para la Fundación Clinton. Aunque en esta cinta intercala espléndidas escenas de entrevistas realizadas al grupo entre 1964 y 1999 («Creo que podemos continuar al menos un año más», decía Mick Jagger en 1964), el contraste con The last waltz es abismal, tanto por los artistas invitados como por el tipo de público. En este último caso, Jagger pudo haber repetido la frase que se atribuye a Lennon: «Los de arriba aplaudan y los de abajo agiten sus joyas».
Los piratas del rock (The boat that rocked, Richard Curtis, 2009).
Excelente historia que retrata la excitación de la década de 1960, con una espléndida pista sonora y magníficas actuaciones. Es una trama de feliz y salvaje insurrección ante la política de la BBC, que sólo transmitía 45 minutos al día de rock y pop. Entonces surgieron con espíritu transgresor estaciones de radio «piratas» para hablar de lo prohibido y emitir esa música las 24 horas del día, causando un gran revuelo, atrapando el corazón de 25 millones de radioescuchas (la mitad de la población inglesa). Una de esas estaciones transmitía desde un viejo barco petrolero, anclado en el Mar del Norte; en ese espacio se desarrolla esta película. Con frescura y una afortunada mezcla de humor americano y británico, el guionista y director Richard Curtis recrea el destacadísimo sitio que ocuparon el rock y el pop en la vida cotidiana inglesa, donde conformarían el soundtrack de una generación rebelde decidida a ser libre y feliz (aunque eso enfureciera al gobierno de su Majestad). «Los políticos harán muy poco para que el mundo sea un mejor lugar; pero en todas partes, hombres y mujeres jóvenes siempre tendrán sueños que convertirán en canciones», clama en agónica despedida un locutor. El DVD incluye varias escenas muy divertidas que no aparecen en la versión comercial. Imperdible.
Los hermanos Caradura (The Blues brothers, John Landis, 1980).
Estos hermanos no respetan reglas ni leyes, sólo atienden a lo inmediato, y lo urgente les impone una misión: deben reunir a su antigua banda musical para organizar un concierto y recaudar 5 mil dólares que necesitan para pagar los impuestos que adeuda el hospicio en el que ambos pasaron su infancia; todo en once días. Esa es la premisa que da origen a una alocada y gozosa película llena de blues, soul, rock & roll, rock pop y rythm & blues, con la muy destacada participación de monstruos como James Brown, Ray Charles, Aretha Franklin, John Lee Hooker y Cab Calloway. Es una fantasía musical con una espléndida pista sonora, excelentes coreografías y buenos gags de humor ácido, todo dentro del estilo que caracterizó los mejores filmes de John Landis: desmesurado, frenético, excesivo, salvaje, de acción multitudinaria y devastadora. Un aspecto complementario que añade atractivo a esta cinta son las breves actuaciones de Carrie Fisher, John Candy y un todavía joven Steven Spielberg (sin barba). El actor John Belushi resumió así esta cinta: «Es un tributo a la música negra americana».
Metal lords (Peter Sollett, 2022).
Cándida, fresca y divertida, esta cinta aborda con humor el encuentro de tres adolescentes llenos de ansiedad que no sólo comparten su amor por la música sino también una serie de problemas de conducta y de aceptación social. Para ellos, la música metalera se convierte en un aglutinador de intereses y detonador de procesos de autoaceptación. Las múltiples referencias a los grandes grupos del heavy metal y sus respectivos estilos hacen del filme un acelerado paseo por este género del rock (Iron Maiden, Judas Priest, Metallica, Black Sabbath, Guns N’ Roses, Pantera, etc.) o un catálogo introductorio para quienes lo desconocen. Las actuaciones son atinadas y, pese a la ligereza del guión (quizá demasiado inocente para los ultra fans metaleros), sus personajes consiguen que el ritmo corra como un solo de guitarra eléctrica.
Cintas para disfrutar este Día Mundial del Rock, y todo el año.
[ Gerardo Moncada ]