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Inquietante, siempre tensa, así es la película «El sacrificio de un ciervo sagrado» (2017), thriller psicológico del director Yorgos Lanthimos.
La ordenada vida de una familia en extremo racionalista (el padre es cirujano y la madre, oftalmóloga) súbitamente es golpeada por un mal desconocido. El misterio progresa sin ser revelado, intensificando la incertidumbre. Para mayor desconcierto, todos los personajes actúan con una frialdad exasperante, con los sentimientos contenidos (o carentes de ellos), sin la menor empatía. Una musicalización discordante y una fotografía que acentúa el distanciamiento refuerzan la atmósfera de alienación.
Las actuaciones de Nicole Kidman y Colin Farrell confirman su afortunado tránsito hacia los personajes de carácter; también destacan las actuaciones infantiles, lo que habla de una dirección sólida.
El filme provoca una sensación perturbadora que va en ascenso.
Detrás de las cámaras
Esta historia está basada en un aspecto medular de la tragedia clásica Ifigenia en Áulide, de Eurípides: las circunstancias arrinconan a una familia hasta colocarla en una situación de alto riesgo; la salvación exigirá un sacrificio. La cinta mereció múltiples nominaciones a premios en 2017 y obtuvo el de mejor guión en el Festival de Cannes, así como el Premio de la Crítica en el Festival de Sitges.
Y para profundizar en esta historia:
[ Gerardo Moncada ]