El fotógrafo de prensa lucha contra la fugacidad de los acontecimientos, se esfuerza porque la imagen capturada sintetice los principales elementos en un instante, una parte relevante de un problema, de una historia, incluso poniendo en riesgo su propia vida. Cuando lo consigue y además incorpora un alto componente estético alcanza la categoría de artista gráfico. Eso es lo que selecciona y premia cada año el World Press Photo.
Cada año, el World Press Photo es nuestra cita anual con el estado del mundo. A través de una espléndida selección de fotografías periodísticas, el espectador es sacudido en una experiencia paradójica: la abrumadora belleza de las imágenes en toda su gama técnica y compositiva; la sorprendente oportunidad al captar el instante exacto; y la dureza de los temas retratados, no sólo por ser situaciones extremas (guerras, migración, terrorismo, represión, desigualdad, marginación, ecocidio, intolerancia) sino y sobre todo por el dolor y la desesperación que generan.
La exposición anual del WPP es un innevitable y estremecedor acercamiento a la condición humana de hoy.
Este año el jurado calificador recibió más de 80 mil imágenes de 5 mil 34 fotógrafos.
En la selección -siempre polémica, siempre impactante- destacan fotografías como las del brasileño Lalo de Almeida (víctimas del virus Zika, niños con microcefalia):
el estadounidense Jonathan Bachman (protestas por la violencia policiaca contra la población negra):
el canadiense Ambe Bracken (oposición Mohawk a un ducto petrolero en sus tierras):
el sudafricano Brent Stirton (muerte de rinoceronte negro para cortarle su codiciado cuerno):
el checo Michael Hanke (concurso de ajedrez):
el turco Burhan Ozbilici (asesinato del embajador ruso en Turquía, en protesta por el bombardeo a Alepo):
el australiano Daniel Berehulak (asesinatos por guerra antinarco en Filipinas):
la estadounidense Paula Bronstein (víctimas de enfrentamiento en Afganistan):
Capítulo México
Mención aparte merece la insólita indiferencia del World Press Photo respecto a lo que ocurre en México.
Después de que en 2014 premió a Christopher Vanegas por la fotografía de una narco ejecución en Guadalajara, el World Press Photo parece haber sacado de su radar a México. Sorprende que a pesar de los múltiples estudios internacionales que consideran a este país uno de los más violentos del mundo, con crímenes de lesa humanidad, con más homicidios que varios países en guerra declarada; con protestas contra las policías y las fuerzas armadas por uso excesivo de la fuerza, por ejecuciones extrajudiciales e incluso por estar aliadas al crimen organizado (como en el caso Ayotzinapa); con una violación sistemática de los derechos humanos de los migrantes que cruzan este país con la intención de llegar a Estados Unidos… nada de eso parece incidir en los criterios de selección del World Press Photo, indiferente a la crisis humanitaria que vive México.
Ni siquiera ha mostrado atisbos de solidaridad profesional, dado que México se ha convertido en uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo, con una de las más altas tasas de asesinatos de comunicadores en el mundo. Ni eso ha importado al World Press Photo, que insiste en mirar en otras direcciones, para beneplácito de quienes provocan o se benefician con el estado de terror e impunidad que prevalece en México.
[ Gerardo Moncada ]