El 15 de marzo de 1932 nació Vicente Rojo, integrante de la “generación de la ruptura”, prolífico artista que exploró diversos caminos creativos empujado por una poderosa compulsión creativa que sólo pudo interrumpir su muerte, ocurrida el 17 de marzo de 2021.
Vicente Rojo fue parte del grupo de jóvenes terribles que a mediados del siglo XX dinamitó los principios plásticos que regían la vida artística de México, para generar multitud de caminos creativos sobre los vestigios de pasadas glorias.
“A través de súbitas metamorfosis y deslumbrantes epifanías, la pintura de Vicente Rojo nos abre las puertas de la verdad que sólo el movimiento de la creación parece capaz de suscitar”, escribió en 1968 un entusiasta Juan García Ponce (Nueve Pintores mexicanos).
“Vicente Rojo pertenece, por intuición y por necesidad tanto como por convencimiento razonado, al grupo de los grandes destructores que realizan su obra poniendo en crisis los fundamentos mismos de la pintura. Asentados en su propia naturaleza problemática, sus cuadros están marcados por el signo del radicalismo y son el resultado de una voluntaria sumisión a la necesidad de atacar el concepto tradicional de obra para hacer posible otra vez la creación a partir de sus propias ruinas”, señalaba el crítico.
Intenso experimentador, Rojo exploró en materiales, formatos, texturas, conceptos y tendencias, con énfasis en la abstracción geométrica. Solía trabajar un número reducido de temas que desarrollaba en largas series de obras. Durante una primera etapa sumamente fecunda -que abarcó tres décadas-, se concentró en la pintura y en las artes gráficas.
Rafael López Castro decía que, en la disciplina, Vicente Rojo era un diseñador gráfico, y en la libertad se volvía pintor.
Una doble vida que rindió frutos por partida doble. En la industria editorial mexicana creó con sus discípulos la generación más original de diseñadores. En la pintura fue un artista incansable: su producción a partir de 1958 se presentó en más de 50 exposiciones individuales en México y en el extranjero.
En 1968, Juan García Ponce destacaba aspectos altisonantes, transgresores y profundos en la obra de Rojo:
«Excepcional desprecio por la imagen como forma de belleza…»
“Sus cuadros son, antes que nada y por encima de todo, objetos que nos hieren por el impacto directo…”
«Renuncia casi total a las posibilidades de la composición para limitarla a lo esencial…»
«Pasión por recoger y expresar la esencia misma de la materia; poner en actividad la pasividad de la materia expresándola como armonía interior, guiada por signos, objetos y geometrías. La materia como eje temático: de la liberación de la materia a la contemplación de la materia…»
«El signo más profundo en la pintura de Rojo es destruir para construir, construir mediante la destrucción».
Una intensa trayectoria
En la segunda mitad del siglo XX, participó prácticamente en todos los proyectos relevantes en el ámbito editorial, intelectual y artístico. En todos hizo sentir su influencia: en la revista Artes de México (de la que fue cofundador), en el departamento de Difusión Cultural de la UNAM, en el suplemento México en la Cultura y posteriormente La Cultura en México (dirigidos por Fernando Benítez), en Ediciones Era, en la Imprenta Madero, en la revista Diálogos y la Revista de la Universidad. Con Kasuya Sakai creó el diseño de Plural (dirigida por Octavio Paz). También elaboró escenografías para puestas teatrales.
En 1991 obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes. En 1994 fue elegido miembro de El Colegio Nacional.
México bajo la visión de Rojo
Su pintura se agrupaba en cinco series principales: Señales, en la cual trabajó con formas geométricas básicas; Negaciones, surgida de su intención de que cada cuadro negara al anterior; Recuerdos, nacida de su intento de abandonar una infancia difícil; México bajo la lluvia, concebida un día que vio llover en Tonantzintla, Puebla, y Escenarios, compuesta de miniseries y que era un repaso y una suma de sus temas anteriores. Desde 2006 trabajaba en una más: Casa de letras.
A partir de 1980 comenzó a alternar la pintura con la escultura.
Egresado de la Escuela de Pintura y Escultura «La Esmeralda», Rojo formó parte de la “generación de la ruptura”, rebautizada décadas después como la “etapa de la discordia”, aunque Rojo prefería verla como una etapa de cambio y continuidad.
Ese cambio y esa continuidad también estuvo presente en la propia vida artística del maestro Rojo, la cual puede verse hoy como un solo proyecto en desarrollo, largo y prolífico, eso que en el mundo del arte se denomina “work in progress”.
[Gerardo Moncada]
Recomendamos: Entrevista publicada en la Revista de la Universidad.