Artista superviviente de un campo de concentración nazi. Nació el 10 de abril de 1926, en Nurenberg, y murió el 1 de marzo de 2017, en Londres.
Imaginar un arte que -como la sociedad industrializada- se autodestruya… o que se autoconstruya; un arte que se involucre directamente en las luchas sociales y en las contiendas políticas; un camino creativo que cuestione los cimientos mismos del arte, su mercado y sus convenciones. Ese fue el espíritu del quehacer artístico de Gustav Metzger, integrante de la vanguardia artística inglesa de la posguerra.
La propuesta de Metzger se enfoca en eventos y procesos, y hace honor a la palabra “radical” como un intento de ir a la raíz de los temas y problemas. Igualmente extremo resulta su anhelo de convertir el arte en motor de la reflexión, la conciencia y el cambio social, para “frenar la capacidad destructiva del hombre”. Su objetivo último es la transformación profunda de la sociedad, a fin de establecer “un camino que vaya de la ética a la estética”.
La retrospectiva de Metzger que presenta el Museo Jumex (Polanco) es una buena aproximación a la obra de este artista alemán a través de algunas de sus instalaciones y múltiples referencias a otras obras (efímeras, performáticas) mediante documentación impresa o en video.
En las obras de Metzger se aprecia una reflexión incesante en torno a la desigualdad, las armas nucleares, la degradación ambiental, la guerra, la extinción… y una búsqueda infatigable de respuestas a estos problemas. Es el ánimo del sobreviviente en busca de sentido vital. No es casual que la exposición se titule “Debemos convertirnos en idealistas o morir”.
Cuando habla de su propuesta de arte autodestructivo (Londres, 1959), Metzger dice que se trata de un “arte público para las sociedades industrializadas”.
Varias piezas dan cuerpo a este concepto. Por ejemplo, su propuesta Stokholm June (1972) donde 120 coches estarían encendidos, rodeando un gran cubo traslúcido (a manera de edificio). Los escapes se conectarían al interior del cubo, que concentraría y evidenciaría la contaminación del aire.
Una variante es Mobbile (1970), en la que el escape de un coche va a una caja de acrílico colocada sobre el vehículo y los humos de la combustión terminan por aniquilar una planta que se encuentra en el interior de la caja.
Su instalación Kill the cars (1996) es parte de la colección de fotografías históricas (el pasado es presente), y deviene en homenaje a la revuelta popular expresada, invariablemente, en la destrucción de vehículos. En cada sitio donde monta esta obra, Metzger utiliza un coche local y da instrucciones para su semidestrucción.
Al parecer, el Centro Jumex consideró esto excesivo y más con un modelo reciente, por lo que eligió un coche descontinuado desde hace años, el vocho, del cual consiguió un ejemplar destartalado y oxidado. Esta decisión le resta fuerza a la pieza y la convierte en anécdota. (El título en México podría ser Save the cars.)
Un proyecto no realizado de Metzger son los “monumentos autodestructivos”, esculturas urbanas planeadas para no durar más de 20 años. Por ejemplo, una obra compuesta por bloques rectangulares sería programada para ser dinamitada progresivamente hasta que desapareciera. Así, el carácter transitorio y efímero derribaría los afanes de trascendencia.
Ese mismo aspecto volátil se aprecia en las Acid Action Painting (1961), en las cuales aplicaba trazos de ácido sobre un gran lienzo conformado por telas de nylon sobrepuestas y cuyos colores (rojo, negro y blanco) aparecían mientras avanzaba la acción corrosiva de la sustancia aplicada.
[ Ver el breve video: «Auto-Destructive Art», 1965. ]En el sentido opuesto, como “arte auto-creativo”, estaba Liquid Crystal Environment (1965), proyecciones de luz sobre grandes muros donde las imágenes están en constante transformación generando una estética aleatoria con la cual el público interactúa en forma creativa.
El activista
En 1977 elaboró el manifiesto Years without art, un boicot a todo el sistema del arte. La propuesta era no producir obras por tres años, tiempo que los artistas utilizarían para investigar y reflexionar sobre la reactivación del arte en nuevos términos. Aunque no tuvo eco, Metzger sí suspendió su producción durante casi una década.
En realidad es un artista que lanza propuestas sin atenerse a la aceptación del gremio. Más que convocatorias parecen avisos, con el fundamento que da origen a estas actividades. Si alguien desea sumarse, bienvenido.
Así organizó en 1966 el Simposio sobre Autodestrucción en el Arte, en el que participaron artistas e intelectuales.
Metzger militó en grupos disidentes, contestatarios, que practicaban la desobediencia civil, como el antibélico Comité de los 100, un grupo de notables que se oponía al armamentismo, a la escalada nuclear y a la guerra fría, cuando esta actitud se consideraba «antipatriótica» e ilegal.
En varias obras, Metzger incita al público a interactuar, para que no sea solamente espectador, aunque a veces el resultado no alcanza la profundidad que planeó el artista. Por ejemplo, en Mass media: today and yesterday (1972-2015), propone a la asistencia reflexionar sobre temas relacionados con la extinción. Para ello, el espectador dispone de pilas de periódicos en los cuales puede buscar notas, ideas, titulares que aborden ese tema, recortarlos y colocarlos en un muro de corcho. El conjunto conformará una obra colectiva. Sin embargo, en México el público ha ignorado el tema propuesto y ha preferido elaborar bromas sobre celebridades, futbolistas y personajes políticos. (La autocreación de esta obra conlleva la autodestrucción del tema.)
Gustav Metzger fue rescatado de un campo de concentración nazi y pareciera haber desarrollado desde temprana edad la determinación de dar sentido a su existencia mediante el pensamiento crítico, de sobrevivir para rastrear explicaciones profundas y transformarlas en propuestas radicales.
[ Gerardo Moncada ]