(Veracruz, 1 mayo 1898 – Ciudad de México, 26 junio o 16 julio 1981)
Al inicio del siglo XX, las innovaciones tecnológicas, las rupturas estéticas, los drásticos cambios sociales y políticos que vivía el mundo, todo alentó expectativas desbordadas y expansivas, por momentos tan frenéticas como la velocidad que adquiría la nueva centuria. La poesía no quedó al margen de este furor.
CANCIÓN DESDE UN AEROPLANO
Estoy a la intemperie
de todas las estéticas;
operador siniestro
de los grandes sistemas,
tengo las manos
llenas
de azules continentes.
Aquí, desde esta borda,
esperaré la caída de las hojas.
La aviación
anticipa sus despojos,
y un puñado de pájaros
defiende la memoria.
Canción
florecida
de las rosas aéreas,
propulsión
entusiasta
de las hélices nuevas,
metáfora inefable despejada de alas.
Cantar.
Cantar.
Todo es desde arriba
equilibrado y superior,
y la vida
es el aplauso que resuena
en el hondo latido del avión.
Súbitamente
el corazón
voltea los panoramas inminentes;
todas las calles salen hacia la soledad de los horarios;
subversión
de las perspectivas evidentes;
looping the loop
en el trampolín romántico del cielo,
ejercicio moderno
en el ambiente ingenuo del poema;
la Naturaleza subiendo
el color del firmamento.
Al llegar te entregaré este viaje de sorpresas,
equilibrio perfecto de mi vuelo astronómico;
tú estarás esperándome en el manicomio de la tarde,
así, desvanecida de distancias,
acaso lloras sobre la palabra otoño.
[…]
Soledad apretada contra el pecho infinito.
De este lado del tiempo,
sostengo el pulso de mi canto;
tu recuerdo se agranda como un remordimiento,
y el paisaje entreabierto se me cae de las manos.
Luis Cardoza y Aragón escribió: «Manuel Maples Arce estaba casi solo como estridentista. Propugnaba una renovación áspera, exhibicionista y superficial… Con los Contemporáneos no participó en polémicas sino en intercambio de invectivas. En Maples Arce hubo furia más que humor… Con agrado recuerdo su grito, que fue todo un programa: ¡Viva el mole de guajolote!» (El Río, FCE, 1986).
PAROXISMO
Camino de otros sueños salimos con la tarde;
una extraña aventura
nos deshojó en la dicha de la carne,
y el corazón fluctúa
entre ella y la desolación del viaje.
En la aglomeración de los andenes
rompieron de pronto los sollozos;
después, toda la noche
debajo de mis sueños,
escucho sus lamentos
y sus ruegos.
El tren es una ráfaga de hierro
que azota el panorama y lo conmueve todo.
[…]
TRAS LOS ADIOSES ÚLTIMOS
Tardes alcanforadas en vidrieras de enfermo,
tras los adioses últimos de las locomotoras,
y en las palpitaciones cardíacas del pañuelo
hay un desgarramiento de frases espasmódicas.
[…]
En la Historia de la Literatura Hispanoamericana (FCE), Enrique Anderson Imbert señala a Maples Arce como la figura principal del estridentismo. «Desde Andamios interiores (1922) se propuso celebrar, no el presente, sino la acción por venir y creyó que eso se hacía con un paisaje de máquinas, productos industriales y nomenclaturas técnicas: motores, hélices, aeroplanos, cines, automóviles, cables, arcos voltaicos, triángulos, vértices. Todo esto con llamadas a la acción sindical y política, sobre todo a partir de Urbe (1924) al que siguió Poemas interdictos (1927)… Con Memorial de la sangre (1947) intentó una poesía más humana».
URBE
Entre los matorrales del silencio
la oscuridad lame la sangre del crepúsculo.
Las estrellas caídas
son pájaros muertos
en el agua sin sueño
del espejo.
[…]
Los ríos de blusas azules
desbordan las esclusas de las fábricas
y los árboles agitadores
manotean sus discursos en la acera.
Los huelguistas se arrojan
pedradas y denuestos,
y la vida es una tumultuosa
conversión hacia la izquierda.
Al margen de la almohada,
la noche es un despeñadero;
y el insomnio
se ha quedado escarbando en mi cerebro.
¿De quién son esas voces
que sobrenadan en la sombra?
[…]
PRISMA
Yo soy un punto muerto en medio de la hora,
equidistante al grito náufrago de una estrella.
[…]
La ciudad insurrecta de anuncios luminosos
flota en los almanaques,
y allá de tarde en tarde,
por la calle planchada se desangra un eléctrico.
El insomnio, lo mismo que una enredadera,
se abraza a los andamios sinoples del telégrafo,
y mientras que los ruidos descerrajan las puertas,
la noche ha enflaquecido lamiendo su recuerdo.
El silencio amarillo suena sobre mis ojos.
Prismal, diáfana mía, para sentirlo todo!
Yo departí sus manos,
pero en aquella hora
gris de las estaciones,
sus palabras mojadas se me echaron al cuello,
y una locomotora
sedienta de kilómetros la arrancó de mis brazos.
Hoy suenan sus palabras más heladas que nunca.
¡Y la locura de Edison en manos de la lluvia!
[…]
Locomotoras, gritos,
arsenales, telégrafos.
El amor y la vida
son hoy sindicalistas,
y todo se dilata en círculos concéntricos.
Y NADA DE HOJAS SECAS…
(La mañana romántica, como un ruido espumoso,
se derrama en la calle de este barrio incoloro
por donde a veces pasan repartiendo programas,
y es una clara música que se oye con los ojos
la palidez enferma de la súper-amada.)
(En tanto que un poeta,
colgado en la ventana,
se muere haciendo gárgaras
de plata
electrizada,
subido a los peldaños de una escala
cromática,
barnizo sus dolencias con vocablos azules,
y anclada en un letargo de cosas panorámicas,
su vida se evapora lo mismo que un perfume.)
-Mi tristeza de antes es la misma de hoy.
-Tú siempre con tus cosas.
[…]
PERFIL
Precursor de la vanguardia en Latinoamérica, Manuel Maples Arce fundó el movimiento estridentista con Arqueles Vela, Germán List Arzubide, Luis Quintanilla y otros más. Este movimiento pugnaba por la renovación radical de la literatura y el arte. Maples Arce redactó el primer manifiesto.
En 1928, la polémica Antología de la poesía mexicana moderna, preparada por un grupo de jóvenes poetas encabezados por Jorge Cuesta, decidió incluir a Maples Arce. Si bien señalaba en forma explícita una contradicción entre los rasgos de vanguardia y el apego a prácticas tradicionales en Maples Arce, reconocía elementos innovadores: «La cohesión de su esfuerzo y la forma directa en que se coloca frente a los motivos mecánicos de una existencia industrial y fabril como la que describe, son razones suficientes, válidas, para hacerlo figurar en esta antología».
En el prólogo de la antología Poesía en movimiento (Siglo XXI), Octavio Paz escribe en 1966: “Manuel Maples Arce (fue) un auténtico vanguardista por vocación y decisión […] Nos ha dejado algunos poemas que me impresionan por la velocidad del lenguaje, la pasión y el valiente descaro de las imágenes. Imposible desdeñarlo, como fue la moda hasta hace poco”.
Más adelante abunda: “Contra el tradicional concepto de la eternidad de la poesía, cifrada en el canto de la naturaleza, el amor y la muerte, mantuvo su idea de reflejar ‘los grandes dolores de la época, las cóleras, las rebeldías, los sudores oscuros y las tragedias que devastan las estaciones y los seres a las puertas blindadas de nuestro tiempo’”.
Y agrega: “Abordó, por eso mismo, los temas sociales y la belleza de las intervenciones mecánicas, siempre con un impulso que lo acerca al ímpetu grato de los futuristas. A su obra llegan influjos de las últimas corrientes europeas, que él aclimata debidamente para procurar, en los primeros años de la tercera década del siglo, la renovación de la poesía mexicana”.
Siempre polémico, el crítico Emmanuel Carballo consideró al estridentismo una “tendencia de vanguardia entre azul y buenas noches”. Y estimó que los poemas más duraderos podrían ser los que escribió Salvador Novo, como burla a los de Maples Arce.
Sin embargo, el estudioso Luis Mario Schneider calificó Poemas interdictos, de Maples Arce, como “uno de los poemarios más relevantes de la vanguardia en castellano”.
Obras de Manuel Maples Arce:
Rag: Tintas de abanico (1920).
Andamios interiores. Poemas radiográficos (1922).
Urbe: Superpoema bolchevique en cinco cantos (1924).
Poemas interdictos (1927).
Antología de la poesía mexicana moderna (1940).
Memorial de la sangre (1947).
Las semillas del tiempo: obra poética 1919-1980 (1981).
Otros poetas:
Jaime Sabines
José Emilio Pacheco
Homero Aridjis
Sor Juana Inés de la Cruz