Texto compartido con Globalmedia.
3 nov 2015.- Como producto y expresión de una creciente diferenciación social, la sociedad civil organizada representa esa diversidad en su defensa y promoción de muy variados valores y derechos. Su accionar busca conferir un sentido social a los cambios políticos que -en México y muchos otros países- han sido acompañados por: a) el retiro del Estado de importantes áreas económicas y sociales, b) el debilitamiento del corporativismo (sindicatos, gremios), c) la incompetencia gubernamental ante emergencias y d) un fuerte descrédito de los procesos electorales.
A la sociedad civil organizada se le identifica, de manera general, como una constelación de organizaciones no gubernamentales (ONG). Al canalizar sus variados intereses, estas ONG realizan diferentes funciones: difundir y defender derechos, dar asistencia sanitaria, actuar como intermediarias de grupos y sectores, representar intereses o brindar asesoría técnica en áreas muy diversas (de carácter político, productivo, de financiamiento, entre otros). Su diversidad también se manifiesta en sus estructuras de operación, en sus objetivos, valores, orígenes y prácticas sociales y políticas.
Una aproximación a esta heterogeneidad la realizó Sara Gordon en su estudio “La cultura política de las organizaciones no gubernamentales en México”, publicado por la Revista Mexicana de Sociología (UNAM, 1997). Mediante un análisis transversal, la autora propone varias categorías para clasificar a las ONG:
Por objetivos: hay organizaciones de asesoría política o profesional, asistenciales, culturales, recreativas, informativo-educativas, de desarrollo económico-social, orientadas a temas específicos, cívicas, filantrópicas.
Por tipo de población con el que trabajan: va de la mano con el anterior, asociado a grupos de población marginales o en condiciones de pobreza, grupos vulnerables, mujeres con enfermedades graves, productores rurales, grupos demandantes de vivienda, etc.
Por origen ideológico: hay, por ejemplo, organizaciones que siguen la labor social de la iglesia en la “opción por los pobres”, o las que provienen de una tradición de izquierda, donde es posible distinguir las que surgen de los partidos políticos y las que provienen de la semiclandestinidad.
Por diferencias en su estructura: depende de la disponibilidad de recursos económicos, técnicos y humanos, la formalización de su estructura organizativa, el grado de diferenciación y complejidad de las funciones establecidas, la jerarquía de los roles, los procedimientos para la toma de decisiones (no todas las organizaciones mantienen relaciones horizontales).
Por metodología de trabajo: si bien existen organizaciones asistencialistas, muchas otras promueven metodologías que propician la participación de los destinatarios de los programas (con variantes que van del desarrollo de conciencia hasta la definición de necesidades y soluciones, o al cambio de conducta).
A pesar de este entorno diferenciado, existen aspectos comunes que se traducen en prácticas sociales y políticas que comparten las ONG. Entre ellos destacan: primero, el propósito de lograr cambios en un ámbito político, económico, social o cultural, y segundo, mantener autonomía respecto de los organismos de financiamiento en la toma de decisiones, la planeación de estrategias y definición de objetivos.
Otros rasgos que comparten las ONG son: no ser parte ni depender del gobierno, no tener fines de lucro, ser autogobernadas, involucrar la participación voluntaria y mantener algún grado de actividad solidaria, ya sea por intervenir a favor de sectores discriminados o desposeídos, o por ser mediadoras entre el Estado y las demandas de los sectores populares, o entre movimientos internacionales y necesidades locales.
Asimismo, Sara Gordon identifica otro aspecto común entre las ONG: la necesidad de profesionalización. Dado que en última instancia son organizaciones con tareas a cumplir y objetivos a alcanzar, requieren un vasto conjunto de recursos y contactos externos. Esto implica tener la capacidad de obtener financiamiento para desarrollar una actividad cada vez más especializada, que les permita explorar nuevos campos de intervención y promover la innovación, el aprendizaje y el desarrollo de alternativas a los enfoques oficiales.
[Gerardo Moncada]
Notas relacionadas
De la exclusión a la incidencia, sociedad civil en resistencia.
El imprescindible potencial político de la sociedad civil.
Aproximaciones al entorno de las ONG.