7 nov 2015.- El museo de Arte Carrillo Gil vuelve a lanzar un desafío intelectual al público, con la fascinante exposición “Lo que no se ve, studium y punctum, en la colección de fotografía contemporánea de Telefónica (y desde La cámara lúcida de Roland Barthes)”. Suena como título de una tesis de doctorado, pero es la invitación a explorar las nuevas búsquedas de sentido en la generación de imágenes.
Es cierto, el espectador puede recorrer esta exposición ajeno al reto filosófico y simplemente llenarse la mirada con imágenes de algunos de los más destacados fotógrafos de la actualidad, “célebres testigos de la calidad humana, con sus destellos dramáticos de lo singular universal”. Hay obras notables de Miguel Rio Branco, Cindy Sherman, Joan Fontcuberta, Wolfgang Tillmans, Gonzalo Puch, Aitor Ortiz, Paul Graham, Bleda y Rosa, Helena Almeida, Gabriel Orozco, Willie Doherty y muchos más.
Como en otras exposiciones, cada imagen cuenta con información acerca de las búsquedas y propósitos del autor, lo cual ayuda a vislumbrar la intención subyacente del fotógrafo al producir la imagen que observamos.
[«La foto produce agitación interna, una fiesta o también una actividad, la presión de lo indecible que quiere ser dicho”: R. Barthes.]Pero la propuesta curatorial de esta exposición es muy clara al proponer un acercamiento más detenido, más reflexivo, más sugerente, y ofrece múltiples elementos para que el espectador expanda su percepción.
No es casual una de las varias citas de Barthes desplegadas en los muros: “En el fondo, la fotografía es subversiva, y no cuando asusta, transtorna o incluso estigmatiza, sino cuando es pensativa”.
El curador Guillermo Santamarina sugiere refrenar la prisa de la vida actual para observar detenidamente, “al ritmo pausado del despliegue de la memoria, la imaginación y las conjeturas fantásticas que la ventana fotográfica tiende a nuestra mirada señera”.
La exposición propone atender la simultaneidad de signos y de percepciones sobre la condición subjetiva, la realidad cotidiana (aplastante, desoladora), la ciudad, el anonimato, la melancolía, el paisaje moderno, la muerte; y explorar lo que no se ve pero se intuye en los elementos que las imágenes insinúan.
Para ello se sugiere expandir los sentidos incorporando ideas, conceptos y categorías que no han surgido del terreno estrictamente fotográfico, a veces ni siquiera del campo de la estética, pero que los enriquecen porque colocan a la plástica en el terreno de la complejidad actual, porque en muchos casos son elementos que han asimilado los fotógrafos para mostrar esa complejidad.
Otra cita de Barthes es clave en este proceso interpretativo: “Una fotografía es un texto, es decir, una meditación compleja, extremadamente compleja, sobre el sentido”.
Se aprecia en las propuestas museográficas del museo Carrillo Gil un esfuerzo por ofrecer elementos, herramientas conceptuales para estimular el acercamiento del público con las propuestas artísticas contemporáneas, para que este contacto sea más amplio, más profundo, más enriquecedor. Es una manera de contribuir en la creación de nuevos públicos. Una labor plausible, que se agradece.
[Gerardo Moncada]